La Declaración para los Refugiados y los Migrantes

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El ser humano es esencialmente emigrante. Y lo es de pensamiento y acción. Nuestras ideas fluyen. Somos creadores. Nuestros cerebros son océanos en ebullición. Nuestros pensa­mientos corren, brincan, no pue­den estar sentados.

Desde nuestros orígenes somos caminantes incansables. Todos, repito, todos tenemos “un emigrante detrás de la ore­ja”. Por ello, es absurdo irrespe­tar o burlarse de alguien porque tenga esa condición. Quien lo hace se denigra a sí mismo. Todos (me encanta esa palabra) somos hijos de Dios y apenas tenemos diferencias accidentales.

Los invito a escuchar la canción “No me llames extranjero” del argentino Rafael Amor y popularizada por Alberto Cor­tez. Una de sus estrofas dice: No, no me llames extranjero, traemos el mismo grito/el mis­mo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre/desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras/antes que vinieran ellos, los que dividen y matan/los que roban, los que mienten, los que venden nues­tros sueños/ellos son, ellos son los que inventaron esta palabra: extranjero.

Algunos atacan a los emigrantes –y con mayor inquina a los refugiados- alegando nacio­nalismos baratos. Nada más ilógico. Podemos amar nuestra patria y defender su soberanía sin necesidad de humillar a quienes están en nuestro terru­ño, sean refugiados “sin papeles” o migrantes “legales”. Eso no es incompatible, al contrario, es un hermoso complemento que nos hace trascender como ciudadanos y como pueblo.

Evitemos a esos fanáticos que se creen superiores y abo­rrecen a sus hermanos por el hecho de tener otro color, distinta cultura o porque nacieron en otros lares.

Dentro de poco, los días 10 y 11 de diciembre, el Estado do­minicano, en Marruecos y con el aval de la ONU, firmaría el Pacto Mundial sobre Migración o la Declaración para los Refu­giados y los Migrantes. Su objetivo es mejorar las condiciones de este conglomerado. Será aco­gido por la mayoría de países del planeta.

Entre los compromisos asu­midos, destaco el siguiente, aunque todos son importantes: “Proteger los derechos humanos de todos los refugiados y mi­grantes, independientemente de su condición. Esto incluye los derechos de las mujeres y las niñas, así como promover su participación plena, fructífera e igualitaria en la búsqueda de soluciones”.

El Pacto Mundial sobre Mi­gración o la Declaración para los Refugiados y los Migrantes, incluso con algunos puntos discutibles, es un extraordinario paso de avance de la comunidad de naciones. Resaltamos que beneficiará a más de dos millo­nes de dominicanos que no viven aquí.

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