Por: José Jordi Veras Rodríguez.
El lunes próximo pasado, 2 de junio del año en curso, 2025, hace quince años, y es como si aún se vivieran las mismas situaciones porque en estos últimos años hemos estado teniendo que asistir a tribunales de Ejecución de la Pena, tratando de evitar que algunos de los imputados salgan libres antes de cumplir su condena, no porque guardamos rencor o la venganza se haya apoderado de nosotros, porque de ser así, creemos que hubiéramos caído en el mismo terreno en que ellos buscaron arrancarnos la existencia, y sin embargo, decidimos creer en el plano de la justicia del hombre y claro está en la divina. Sin embargo, somos de criterio, que ante hechos graves y que han tenido connotación, sea del caso en el que estuvimos involucramos o no, sino, porque se atacaba a un abogado por su ejercicio profesional y un atentado perpetrado desde el mismo centro penitenciario.
El caso permaneció conociéndose por casi 8 años para obtener una sentencia que fuera definitiva e irrevocable, es decir, que el hecho fue llevado a cabo un miércoles 2 de junio del año 2010, y no fue hasta finales del año 2017, cuando la Suprema Corte de Justicia, terminó el proceso con una decisión rechazándole los recursos correspondientes a todos. Y ya en el 2021, estaban algunos buscando solicitar Libertad Condicional. Esto quiere decir, que descanso mental ni social, no ha habido mucho para mantener justicia en este caso.
Todo este atentado fue fruto de nuestra defensa a favor de la señora, Miguelina Llaverías, a quién también intentaron asesinar en octubre del año 2005. Y por ese trabajo profesional, recibimos dos disparos, que nos cambiaron la vida y la de toda nuestra familia y nuestro entorno, de una forma tajante. Terminó afectando emocionalmente, desde nuestro padre hasta, quien era nuestra compañera de vida, nuestros hijos, pasando por hermanos, seres queridos, amigos y hasta todo aquel que tuvo la decisión solidaria de orar por nuestra vida.
Hoy, vivimos aún con el dolor físico, buscando que eso no impida nuestro desenvolvimiento normal de nuestra vida. Porque de alguna manera tenemos y hemos tenido que sacar de abajo, porque si mucha gente ha brindado su apoyo por años, nos dio su mano amorosa y desinteresada, lo menos que podemos hacer es nunca haber visto la palabra rendirnos como una alternativa.
A quince años de aquel fatídico atentado que le dio todo un giro a tantas vidas y planes, todavía seguimos viendo la existancia como una oportunidad más del Padre, por evitar que nuestro último aliento se diera en aquella mañana de ese miércoles 2 de junio del año 2010 y que nos llevaría por un periplo procesal y de diferentes operaciones y visitas a médicos tanto aquí como en el extranjero, para tratar de alguna manera la salud que había intentado arrebatarse de forma total, pero que tuvieron que luchar muchos, para que no esto no fuera posible.
Desde el día siguiente al atentado, no hemos dejado de dar gracias a Dios por habernos permitido estar aún entre los vivos, porque de alguna manera, Él desea que se cumpla su propósito. Y hemos aprendido a ser obedientes con su gracia y presencia en nosotros. Vivimos desde el agradecimiento más que de la impotencia y la frustración.
A quince años, reiteramos la gracias a Dios por su gran amor y misericordia y que haya permitido que esas dos balas, no arrancaran nuestra vida, cuando el objetivo era otro. Y que con su presencia hoy día, sigue brindando la fortaleza para no rendirnos.