Tres importantes preguntas que tenemos que hacernos en este nuevo año

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Con estas preguntas podríamos comenzar una in­teresante reflexión y conversación con otros que nos impulse a retos y propósitos para este año que cambien nuestra vida.

 

La vida es un lío. Entre los estudios, el trabajo, planificar las vacacio­nes, las reuniones familiares y las salidas sociales nunca sabemos si tendremos bastante tiempo en el día para completar todas nuestras tareas.

Debido a este ajetreo, podemos olvidar “comprobar” cómo están los demás. Nos olvidamos de hacer las preguntas que a veces todos necesitamos preguntar. En todo el trajín de la vida, podemos correr de una cosa a otra o de una persona a la siguiente sin tratar las necesidades más esenciales o sin plantear las preguntas más pertinentes.

Tras pasar un tiempo exami­nando mi propia vida, mis prioridades y cómo me gustaría que fue­ran mis re­laciones este año nuevo, aquí os presento algunas preguntas que me gustaría incorporar a mis conversaciones de 2019.

 

¿Cómo estás espiritualmente?

 

Hace unas semanas me hicieron esta pregunta y fue la causa que inició la escritura de este artículo. Estaba en la cena bisemanal que paso con mis padrinos. Me senté a la mesa y, tras una oración, estaba a punto de entregarme a la apetitosa comida cuando mi padrino me preguntó: “Nicole, ¿cómo estás espiritualmente?”. Si no era obvio que la pregunta me cogió desprevenida, estoy segura de que mi cara de sorpresa no ocultó mi impresión. Para mis adentros pensé de in­mediato: ¿Que cómo qué? ¿Quién hace una pregunta así? Ahora bien, la pregunta habría sido mucho más rara si mi padrino no fuera también mi pastor.

Obviamente, tenía motivos para preguntar algo así y yo no debería suponer que la pregunta viniera motivada por cualquier otra cosa distinta de querer saber, simplemente, cómo está mi situación espiritual.

Mientras respondía, feliz de compartir abiertamente, me sorprendió mi reacción interna. Era como si nadie hubiera debido hacerme esa pregunta. ¿Por qué no preguntarme qué tal ha ido mi día o qué había hecho hoy? La razón de esta reacción es que nadie hace nunca esta pregunta. Estaba claro que, en mi vida, me faltaban perso­nas que me hicieran preguntas profundas que me hicieran reflexionar sobre en qué estado está mi alma en ese momento.

 

¿Cómo estás gestionando tu dinero?

 

El año pasado fue difícil a rabiar para mí. Perdí a mi madre, perdí a mi abuela y perdí mi trabajo. Si los baches existen, yo estaba en uno muy hondo. Con mucha oración, perseverancia y un buen sistema de apoyo, logré mantenerme a flote. Sin embargo, en medio de estas dificultades, recuerdo un mensaje que recibí que decía algo parecido a: “Me encanta tu personalidad optimista y tu actitud valiente, pero a veces ese comportamiento impide a la gente saber cómo estás realmente y cómo ayudarte. De verdad, ¿qué tal te va económicamente y emocionalmente?”.

Este mensaje fue la brisa de aire fresco que necesitaba. Me obligó a examinarme seriamente, a ver esa máscara que me estaba poniendo y darme cuenta de que las personas sí se preocupan por cómo me va, aunque no sabrán cómo ayudarme si no se lo digo o si siempre actúo como si todo fuera “bien”, cuando la realidad es distinta.

Esta pregunta me dio la confianza que necesitaba para ser vulnerable y recibir esa ayuda que me hacía falta.

 

¿Cuándo fue la última vez que hablaste con tus seres queridos?

 

Mientras bregamos con el trajín cotidiano, a veces podemos pasar por alto la importancia de ciertas personas en nuestra vida si no están en nuestro entorno más inmediato. Emanci­parme de mi hogar familiar me dio muchísima libertad, pero también me capacitó para poner más intención a la hora de comprobar qué tal está mi familia.

Mis amigos me ayudan cuando me preguntan cuándo fue la última vez que hablé con mis familiares. Es un regalo que haya personas en nuestra vida que están pendientes de si estamos pendientes de los seres queridos.

He aprendido que las preguntas profundas revelan la verdad y que eso es lo que queremos para asegurarnos de que nuestras prioridades están bien encarriladas. Las preguntas profundas nos ayudan a identificar nuestras prioridades y mantener como básicas las cosas esenciales.

Ahora que sentimos el aire fresco del año nuevo, mi objetivo es retarme a plantearme preguntas profundas y retar a mis allegados a hacer lo mis­mo por mí. (Aleteia).

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