La cultura es lo que define a un pueblo, a un conglomerado de personas que va viviendo una historia común, en todo lo que el término historia implica, y esa cultura se expresa a través de la lengua, de lo que dice y comunica, e incluso algunos dicen que es la lengua la que conforma la cultura, pero lo que sí está claro es que los decires de un pueblo llevan el sello de su cultura y lo que hay en ella, la cual también se expresa en valores, aunque los valores no se reducen a una cultura, pero se instalan y la caracterizan.

 Nuestra cultura dominicana está muy compenetrada con lo religioso en su hablar, comunicar y vivir. Frases nuestras, actitudes, vivencias, valores y celebraciones están muy llenas de ese universo religioso que ha estado en medio de nosotros desde nuestros primeros pobladores, los indígenas, pasando por el español y el negro, aunque claro está, hay más de lo español y un tanto de lo negro y vestigios de lo indígena, pero todo ese universo vivencial es el que se muestra en la religiosidad nuestra.

La Biblia no se ha quedado atrás en su aporte, en nuestra cultura hay muchas cosas, que si no provienen de ella directamente, hay cierta conexión. Por ejemplo, un aspecto muy importante entre nosotros es la hospitalidad, por la cual nos conocen en gran parte del mundo: “No se olviden de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.” (Heb 13,2). Igual la alegría y el sentido de fiesta y celebración: “Por lo demás hermanos míos, alégrense en el Señor” (Fil 3,1). Nuestros saludos son vivo reflejo de esa fe bíblica que profesamos: “Vaya con Dios… quédese con la Virgen”, “Vaya con Dios… quede con Él”, y así otras frases y actitudes que están dentro de nuestro acervo cultural dominicano.

 Pero hay elementos que van más allá en nuestra cultura en relación con la Biblia, y uno de ellos es lo relativo a la sabiduría popular expuesta a través de los refranes. La parte bíblica relativa a este aspecto tiene que ver mucho con los llamados libros sapienciales, en especial los Proverbios, siglos de sabiduría del antiguo Israel, recogidas en esas sentencias cargadas de viva experiencia humana y de una denotada fe en Dios. 

A partir del libro de Proverbios podríamos hacer una lectura crítica o comparativa de estas sentencias y nuestro refranero popular, y veríamos la fuerte carga de fe religiosa de algunos y su afinidad con algunas experiencias y verdades que nos narran la Sagradas Escrituras: “Ante los ojos de Dios todos somos iguales”, “Dios aprieta, pero no ahorca”, “A Dios rogando y con el mazo dando”, “Donde Dios no puso no puede haber”, “Uno propone y Dios dispones”, “El que se mete a redentor sale crucificado”, y así un gran número de refranes que se conectan muy bien no solo con las sentencias de Proverbios, sino con la teología salvífica bíblica.

Otro elemento de la cultura religiosa dominicana son los Salmos, el famoso “ensalmar” para aliviar algunas enfermedades, que en la mayoría de los casos son oraciones o rezo de algún Salmo, buscando la sanación del enfermo. Pero según la creencia popular, hay un salmo para cada situación, ejemplo: el Salmo 5 para pedir protección a Dios; el 19 para pedir socorro a Dios y buena suerte. El 35 para que nos libre del enemigo,  y así otros más.

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