Continúan la detracciones contra el Papa Francisco desde dentro de la Iglesia y continuarán mientras él esté en la sede de Pedro, hasta el punto como recientemente de desearle la muerte, pues creíamos algunos que aquel decir de ciertos grupos que oraban diciendo que en vez de pedir al Espíritu que lo ilumine, decían que lo ”elimine”. Era broma, pero por los hechos recientes creemos que no, hay muchos que quieren que Francisco salga del escenario eclesial a donde el Espíritu le ha llevado, pues el ejercicio pastoral que viene ejerciendo, tal parece que a dichos grupos les causa ronchas, y ya el desespero es grande y hasta peligroso.

Pero como se ha dicho el problema no es de ahora, ni desde las famosas “dubbias” de unos cardenales, ni de la reciente “fiduccia suplicans”, es desde los inicios, todavía dichos grupos no asimilan a un Papa venido como el mismo Francisco dijo del fin del mundo, del llamado tercer mundo, de las entrañas del pueblo, de la congregación de los jesuitas, imbuido de una teología del pueblo, de la liberación o latinoamericana, en otras palabras desde la periferia o periferias.

Hace mucho tiempo que la Iglesia dejó de ser del centro para tornarse policéntrica, la teología que se repetía como papagayos, en todo el mundo, era aquella que surgía en las aulas y en los cerebros de los teólogos del llamado primer mundo, occidental, europeo. Se comenzó a articular una teología desde la periferia del mundo, desde los empobrecidos y excluidos, una teología que no era un discurrir más sobre lo que se había dicho, no referencial sino original, un responder a la situación del hombre de hoy en la línea de lo planteado por el Concilio Vaticano II, un pensamiento desde la periferia hacia el centro, el cual se quiso callar, y se logró en gran parte, pero los caminos del Espíritu son indecibles y cuando se creía que aquello había caído en las dimensiones del olvido, surge este Papa rescatando este pensamiento a partir de sus pronunciamientos y actitudes.

Esta teología de la periferia partía de la acogida y el acercamiento a los pobres y excluidos del mundo en el que vivimos, invitaba a dejar muchas de nuestras posturas clericales y ser uno con el pueblo, dejar de ser un emisario solo de los divino de Dios, y reconocernos servidores suyos a través del dispensar actitudes de misericordia para con nuestros hermanos, pero como una vez me decía un sabio y anciano sacerdote, que el buey que está en la sombra no quiere que lo halen para el sol, la teología de la periferia nunca fue acogida en el centro del mundo y menos de la Iglesia.

Al llegar Francisco con estas actitudes de acogida, acercamiento y misericordia para los excluidos hoy, llámese inmigrantes, empobrecidos y hablar de las periferias existenciales como las mujeres y aquellos excluidos por su inclinación sexual, y no centrarse en los problemas del centro: aborto, eutanacia, etc.,  abrir un proyecto nuevo de ser Iglesia que es la sinodalidad y criticar e invitar a deponer el clericalismo existente en la Iglesia, el rechazo se hizo sentir desde el principio hasta las actitudes recientes por parte de un grupo de curas que por youtube le desean la muerte.

En todo está la periferia eclesial que por mano de Francisco ha llegado al centro. Tal vez los Cardenales que le eligieron, muchos de ellos no sabían lo que se les venía encima, pues el rechazo de Francisco no solo surge del centro, también de gente de la periferia que solo sabe articular las referencias teológicas y pastorales que le vienen del centro, ya que son más acomodaticias que las implicaciones que surgen de la periferia. Todos ellos lo ven como amenaza a la doctrina y a la tradición, pero creo que son más amenazas a sus poltronas centristas y clericales, que ya no se aguantan en el ámbito eclesial.