Vida, pasión y muerte
y al final: ¡resurrección!
es la más grande lección
que a la humanidad subvierte
como mensaje que advierte
del Reino el advenimiento
venciendo el cruel sufrimiento
al que se vio sometido
por un mundo fementido
de la redención sediento.
En el vientre de María
fue sembrada la simiente
y aquella sierva obediente
a Jesús alumbraría,
el mismo que cargaría
la cruz de la redención
que, por divina intención,
cual Mesías encarnara
y con su sangre abonara
del pecado la expiación.
Del Señor fue su emisario
para que el Reino anunciara
y, hecho hombre, denunciara
con su verbo lapidario
al injusto y al sectario
al cruel y al que mal gobierna
anunciando vida eterna
y no en el mundo habitual
que la vía espiritual
es transformación interna.
Por San Juan fue bautizado
siendo niño predicó
los panes multiplicó
Lázaro resucitado;
muriendo crucificado
(porque así estaba escrito)
y al cielo elevó su grito
perdonando a los malvados
para que fueran salvados
por ese amor infinito.-