LÍDER DE LOS ÁNGELES Y OPONENTE DE SATANÁS

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El Apocalipsis presenta a Miguel y sus ángeles como los que defienden a la Mujer y su descendencia, atacados por el dragón y sus ángeles. Como se mencionó en artículos anteriores, a Miguel no se le asigna ningún título en el Apocalipsis, pero en el Libro de Daniel se le llamará “príncipe” (Dn 10,13-21) o “gran príncipe” (Dn 12, 1). También nos encontramos con un ángel como guerrero de Dios, líder de los ejércitos del Señor, en el Libro de Josué, donde hablamos de “un hombre con una espada desenvainada en la mano” (Josué 5,13).

A continuación, el adversario de la mujer, con quien Miguel viene a pelear, es “El dragón grande, la antigua serpiente, conocida como el Demonio o Satanás, fue expulsado; el seductor del mundo entero fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él” (Ap 12, 9). El autor del Apocalipsis se remite así al texto del Libro del Génesis (3, 1-4, 14s), indicando que él es el autor de la primera caída y sigue multiplicando el mal entre los hombres.

No quiero extenderme demasiado sobre la identidad del Dragón apocalíptico, por lo que sólo me fijo en lo que dice sobre él el Catecismo de la Iglesia Católica cuando trata de los ángeles caídos (párrafos 391 – 395). La Iglesia enseña acerca de influir en las primeras personas, “una voz seductora contra Dios”. Los espíritus caídos, dice el Catecismo, “fueron creados por Dios para ser buenos por naturaleza, pero se hicieron malos a sí mismos”.

Su caída consiste en la libre elección de aquellos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. El diablo “ha estado en pecado desde el principio” (1 Jn 3, 8) y es “el padre de la mentira” (Jn 8, 44). El pecado de los espíritus malignos no puede ser perdonado, sin embargo, no por la imperfección de la infinita misericordia de Dios, sino por el carácter irrevocable de su elección.

La enseñanza de la Iglesia toma información de la Sagrada Escritura, donde vuelve muchas veces al tema de los ángeles caídos, su desobediencia a Dios y actuar en la pérdida del hombre. De manera directa o indirecta, los autores bíblicos dicen que la causa de la caída de los ángeles, como la causa de la caída de los hombres, fue la soberbia, la falta de obediencia a Dios, el espíritu de vanidad. Leemos sobre esto indirectamente en el libro de Ezequiel:

“Hijo de hombre, háblale al príncipe de Tiro; le dirás esta palabra de Yahvé: ¡Eres muy engreído, te consideras un dios en su residencia divina, en medio de los mares! ¿Te vas a hacer pasar por Dios, tú que eres hombre y no dios? (Ez 28, 2).Las características de la actitud del gobernante de Tiro, corresponden a las palabras de la serpiente, el tentador del libro del Génesis, que solía decir a los padres bíblicos: ” “Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán a ustedes los ojos; entonces ustedes serán como dioses y conocerán lo que es bueno y lo que no lo es” (Gn 3,5). La imagen de los adversarios permite, por el contrario, conocer la situación y la dignidad de los ángeles que permanecieron fieles a Dios. El autor del Apocalipsis escribe que están dirigidos por Miguel, que trabaja para la gloria de Dios y en beneficio de su obra y de sus elegidos.

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