¿Tus acciones reflejan el amor de Dios?

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A alguien le preguntaron hace un par de años: ¿Cómo se refleja Dios de acuerdo a tus creencias? Esa pregunta dejó perplejo al cuestionado. porque la manera en que explicó no se correspondía con eso que creía podía estar reflejando.

Muchas veces pensamos que creer en Dios es tan sencillo como decirlo, sin embargo, olvidamos que aquello que nos define son nuestras acciones. Podemos dar la impresión de una imagen ante los demás, y hasta ante nosotros mismos, con nuestro ego a millón, pero solo aquello que realmente sale de nuestro inte­rior es lo que somos. La forma de comportarnos, nuestra actitud y ma­nera de manejarnos, dice quienes somos en realidad, pero no necesa­riamente lo que dices tener de Dios.

En la tranquilidad; en la soledad; en la individualidad, cuando nadie nos observa, eso somos. Cuando luchamos en nuestro interior en cada situación de nuestras vidas, quién gana la batalla, el del rojo aquel o el de alas blancas. Tarde o temprano, esa simple opción dice cómo vamos y cómo estamos; qué domina nuestro ser y aún más fuerte, nuestra alma.

A veces tener temor es de hu­manos, pero ahí lo hacemos desde el ego y no desde la fe; lo mismo cuando dejamos a la envidia; a la ira, la lujuria, la ambición; en fin, todo eso lo dominamos nosotros cuando lo dejamos dormir y no salir, pero cuando le damos paso, ellos comienzan a dominar todo lo que somos.

Por esto último, hasta el temor a perder cosas; proyectos; personas, nos pone en tela de juicio lo que sabemos y controlamos.

Dejamos de darle la fuerza a lo que al fin y al cabo será lo que de­terminará nuestras reales fortalezas, la fe y cómo la concebimos.

A veces crecemos o nos forma­mos con todo aquello que está a ­nuestro alrededor; de las personas que han caído y se han superado; de quienes nadie les ha visto ni reco­nocido y han levantado el mundo de muchas personas y se han quedado en las sombras; en fin, cada día es una tarea distinta; cada día tiene su afán; cada día debemos luchar y buscar vencer nuestros peores temores; demonios; oscuridades y hacer que salga al final lo mejor de nosotros. Más fe y menos miedo, es una for­ma de mostrar que buscamos reflejar el amor de Dios.

 

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