OCTUBRE: Misión y Rosario

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La Iglesia desde hace mucho dedica el mes de octubre a la misión y al rosario, una relación muy interesante, pues la misión es la tarea propia de ella en el mundo, ya que de esa manera materializa, la encomienda que Cristo le ha dejado, la de ir por el mundo entero y hacer a todos los hombres y mujeres sus discípulos. En otras palabras, a construir y hacer presente el reino de Dios; y el rosario, esa oración mediante la cual comunicamos las grandezas de María la Virgen, madre de Dios y madre nuestra, intercesora por excelencia para hacer posible la realización de la misión de la Iglesia en el mundo.

Todos los evangelios tienen como uno de sus objetivos narrar lo que fue la vida de Jesús. Todos terminan con el acontecimiento de la resurrección, y en la vivencia de esa experiencia por parte de los discípulos, Jesús les comunica la misión de ir y comunicar lo que han visto y han oído: el Evangelio, la Buena Nueva salvífica a todos los hombres y mujeres de la tierra. Es el acontecimiento puntual para la formación y nacimiento de la Iglesia, pues ella nace de la pre­sencia del Espíritu Santo en medio de la comunidad apostólica pero también del mandato misionero de Jesús a los mismos al momento de salir triunfante de la muerte.

Por eso la Iglesia sin misión no se entiende, el ser de ella es misionera, está lanzada a salir de sí a los caminos y senderos del mundo para encontrarse con los hijos de Dios pecadores y no, y recibir la noticia de que la salvación de la humanidad ha llegado por la presencia, la muerte y resurrección de Cristo Jesús, el Señor.

Por eso es de todo sabido, que todo miembro de la Iglesia es misionero. No se entiende la vivencia de un cristianismo auténtico sin ese no hacer partícipe al otro del mensaje de Cristo. El mis­mo nos dice: “De la abundancia del corazón habla la boca”, un cre­yente lleno de la gracia de Dios recibida y aceptada por la fe en Jesús, es una persona que se siente lanzada a comunicar lo que ha recibido. No puede guardarse para sí lo que ella misma sabe que es para todos, y por lo tanto no se lo guarda, y como la samaritana del evangelio de Juan, va y lo comunica, hace sentir su vocación mi­sionera.

María que es la primera en todo, es también la primera misio­nera, pues da a luz a Cristo, lo muestra, da y comunica al mundo, y en ello consiste la misión. El Rosario, oración sencilla y llena de contenidos de la fe, en estos días se ha convertido en la oración fa­vorita de muchos ante la pandemia del coronavirus. Se ha vuelto una forma fácil, rápida pero profunda, cargada de mucha fe, para pedir a Dios por los infectados, el cese de esta situación, eterno descanso a los fallecidos y fortaleza y espe­ranza a los familiares que han experimentado alguna pérdida, ha vuelto a ser vínculo de unión entre las familias acorra­la­das y encerradas por el covid-19.

En este octubre misionero ponemos en manos del Señor a toda la Iglesia, su misión, para que por medio del rezo del Rosario a la Virgen, ella interceda por esta esencial tarea eclesial.

Ponemos a todas las familias y las necesida­des de estos tiempos, y que nuestras oraciones a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, sean siempre en esa clave de sencillez y riqueza espiritual como lo es el rezo del Rosario, fuente de unidad familiar y de fe, y estandarte maravilloso para la realización de nuestra Misión. Que el buen Dios y la Virgen nos bendigan y acompañen en este octubre de la misión y del Rosario a la Virgen

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