Aunque fuera por un día 

quisiera volverme un niño 

para sentir el cariño

que mi madre me ofrecía, 

cuando ella me bendecía

“Que Dios te guíe y proteja”

así me decía mi vieja

cuando salía de casa

y siento que hasta me abraza 

al tiempo que me aconseja:

“Ten cuidado, ven temprano …”

siempre me lo repetía 

lo mismo que le decía 

uno a uno a mis hermanos 

y nos pasaba sus manos

colmadas de bendiciones

y de buenas intenciones 

la Virgen nos protegiera

a la hora y donde quiera

que fueran nuestras reuniones.

Su rostro resplandecía

con nuestra feliz llegada

por ella tan esperada

cual si fuese el primer día, 

de la cocina salía 

aquel manojo de olores

arcoiris de sabores

mezcla de leña y carbón 

su inconfundible sazón 

de condimentos y amores.

Mas, los años han pasado

y sólo es feliz memoria

de la personal historia

¡un tesoro tan preciado!

que todos han disfrutado

porque madre solo hay una:

la que a cada quien acuna

en su maternal regazo

y tan amoroso abrazo

no lo borrará ninguna.-

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