Un refugio de paz y oración

En Jarabacoa

En las pintorescas laderas de las montañas dominicanas, en medio de la impresionante belleza de la naturaleza, se encuentra el único monasterio cisterciense masculino de vida contemplativa en el Caribe: El Monasterio Santa María del Evangelio. Este año, mientras el Monasterio conmemora su 34º aniversario desde su fundación, continúa siendo un faro de devoción espiritual y un testimonio del legado perdurable de San Benito y su Regla, en tierras dominicanas.

El Monasterio Santa María del Evangelio se erige como un refugio de paz y oración en medio del bullicio del mundo moderno. Su fundación en el año 1989 se debió al esfuerzo incansable de Monseñor Juan Antonio Flores Santana, quien en aquel entonces era Obispo de la Diócesis de La Vega. Con visión y determinación, Monseñor Flores Santana, con la colaboración generosa de la abadía cisterciense de Viaceli, Cobreces, de España, sentó las bases para la creación de este santuario espiritual que acoge a los monjes cistercienses en su búsqueda de una vida dedicada a la contemplación, y el servicio a Dios.

La vida de San Benito, cuya festividad celebra la Iglesia cada 11 de julio, y en este monasterio con especial solemnidad, es un modelo de virtud y santidad. San Benito de Nursia fue un monje italiano del siglo VI que dio lugar a la Orden de los Benedictinos y escribió la Regla que hoy lleva su nombre, un conjunto de preceptos que rigen la vida monástica. La Regla de San Benito se ha convertido en un pilar fundamental para numerosas órdenes religiosas y ha perdurado a lo largo de los siglos como un manual de sabiduría espiritual y disciplina.

Este año, el Monasterio Santa María del Evangelio contó con un motivo adicional para dar gracias a Dios, ya que el 2 de mayo celebraron el primer aniversario de la ordenación sacerdotal de los primeros monjes cistercienses dominicanos: el hermano Jhonny Almonte, OCSO, y el hermano Rafael Osoria, OCSO. Estos dos valientes monjes han respondido al llamado de Dios a la vida monástica y ahora vuelven a decir sí dedicando su vida en un servicio concreto a la comunidad monástica.

En medio de los desafíos y cambios de los tiempos modernos, es alentador ver cómo Dios sigue llamando a jóvenes a este estilo de vida tan particular en el monasterio de Santa María del Evangelio.

Actualmente, el Monasterio cuenta con dos jóvenes profesos temporales, el hermano Mario Ma. Mora, OCSO, de la parroquia Espíritu Santo, de la Diócesis de La Vega, y el hermano Agustín (Max Aníbal) Rivera, OCSO, de la parroquia Inmaculada Concepción, de la Arquidiócesis de Santiago de los Caballeros. Ambos, por segunda vez, renovaron sus votos monásticos en la solemnidad de San Benito, reafirmando así su compromiso con la vida monástica y su búsqueda de la cercanía con Dios.

El Monasterio Santa María del Evangelio es un testimonio vivo de la tradición monástica cisterciense, y un faro espiritual en el corazón del Caribe. Los hermanos mayores: Padres Laureano, José María, José Luis y Juan, Prior de esta comunidad, nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la vida contemplativa y el legado perdurable de San Benito. Que su ejemplo y su Regla continúen inspirando a las generaciones futuras, y que el monasterio de Santa María del Evangelio siga siendo un refugio de paz, y espiritualidad en nuestro mundo agitado.