Iglesia Peregrina

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¿Está el infierno vacío?

(Primera parte)

Pbro. Isaac García de la Cruz

La pregunta si el Infierno está vacío es muy provocativa, porque seguramente todas las respuestas posibles están en la frontera entre la Filosofía, como argumentación, y la Teología, como contenido. Esto nos lleva a mirar, en primer lugar, hacia el Credo de la Iglesia Católica, porque es confesión de fe, que Jesús después de la muerte “descendió a los infiernos”; de aquí que, el Catecismo de la Iglesia Católica, define el infierno, no como un lugar, sino como el “estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados” (#1033).

¿Cuál sería la única causa que llevaría a un cristiano a este estado? El mismo Catecismo nos lo dice: “Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios” (Cf. Mt 5,22.29; 10,28; 13,42.50; Mc 9,43-48). ¿Cuándo se está en Pecado Mortal? Cuando las personas “hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse” (#1034); solo después de esta firme decisión personal, de no aceptar a Jesús, él dictará la condena firme: “¡Aléjense de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el Diablo y sus ángeles!” (Mt 25,41).

¿Qué procura la Iglesia al hablar del Infierno? Nunca provocar miedo, sino, en primer lugar, hacer “un llamamiento a la responsabilidad con la que la persona debe usar de su libertad en relación con su destino eterno” y, en segundo lugar, lanzar “al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión” (#1036), porque Dios no “quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión” (2P 3,9); no obstante, tanto Dios como la Iglesia, respetan a quien libremente decide alejar al “Sumo Bien” de su existencia, diría Santo Tomás de Aquino.

En este sentido, la Iglesia proclama la salvación absoluta y total, para los que cumplen la voluntad de Dios; sin embargo, ¿cuál será el destino de quien no la obtenga? O mejor: habiendo la Iglesia declarado santa a tantas personas, ¿ha puesto a algún cristiano en el índice de los condenados? Definitivamente, no. La Iglesia puede, por el modelo de vida de Jesús, señalar a quienes lo han imitado y merecen la gloria, pero no a quienes no lo han hecho, porque el papel de la Iglesia es anunciar su Palabra, no administrar o distribuir la misericordia de Dios.

A pesar de todo, volvamos sobre la pregunta primera: ¿está o no vacío el infierno? En primer lugar, Apocalipsis 12, 7-9, afirma que “se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, llamado el Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él”; en segundo lugar, comprobando que sí hay personas que rehúsan conscientemente aceptar a Dios y provocan el mal, por lo tanto, que han “dañado” su alma, deberíamos concluir que al menos una persona en el mundo pudo haberse condenado. Pero ¿quién pudo haber sido? No se puede indicar absolutamente, porque la misericordia de Dios es mucho más poderosa que el pecado del hombre; de aquí que, el más grande de los pecadores pudo haberse arrepentido, incluso en el último momento de su vida y haber sido acogido por Dios en el paraíso. Jesús respondió a uno de los dos que estaban crucificados con él: “Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23,43).