Elecciones y metas a largo plazo

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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

 

Sin olvidar las grandes virtudes de este sufrido pueblo, reconozca­mos también que somos una socie­dad inmadura y nuestra vida demo­crática acusa serias deficiencias. En la cercanía de las elecciones muni­cipales, transcribo cuatro plantea­mientos de nuestros obispos del 2008. Los considero actualísimos.

¿Cómo medir el grado de conciencia política de nuestra gente? “Conciencia política, no significa búsqueda del bien de un partido polí­tico, sino búsqueda del bien común”.

Sobre la necesidad de votar: “Abs­tenerse sin una razón suficientemente grave es faltar a una obli­gación moral. No se trata de elegir lo ideal, sino escoger lo mejor de lo que hay. Lograr que los seres huma­nos y la democracia maduren es fruto de un proceso largo y lento. Por lo que el voto debe ser cons­ciente, serio y responsable. (Cfr Mensaje Obispos, febrero 2000). Esto quiere decir que el voto debe estar fundado en razones sólidas y honestas. No solo en sentimientos o intereses personales, grupales o partidistas”.

¿Por quién votar? “En consecuencia se debe votar por aquel que en conciencia se crea que es más apto, idóneo, capaz, competente, hábil y calificado para administrar y conducir, ética, digna, y eficazmen­te el desarrollo humano integral de nuestro país. De ahí se deriva como algo inconcebible la compra y venta de votos que equivaldría a la compra y venta de conciencias. Todo esto ha de llevar a los dominicanos a un recto discernimiento en el mo­mento de hacer política o de elegir a un candidato para que los represente y conduzca con responsabilidad los destinos de la Nación.”

¿Por el simple hecho de votar, significa que ya tenemos una auténtica democracia? “Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana.” Requiere…“la promoción de las personas concretas, mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales … y “la creación de estructuras de participación y de corresponsabilidad” (Centesimus Annus 46). Mientras no haya una justa distribución de las riquezas, una erradicación de la mi­se­ria y una disminución de la pobre­za, no se puede hablar de democracia plena y total” (Mensaje de la Conferencia del Episcopado, 27 febrero, 2008, No. 4, 7 y 5).

Considero prioritario crear a todos los niveles estructuras de participación.

 

El autor es Profesor Asociado de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.do

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