Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.
El que cree, se fía de una persona, aunque no posea un conocimiento pormenorizado de la historia de su vida, ni de sus competencias. Usted se fía del especialista que le dice con sus análisis en la mano: los niveles de azúcar en su sangre están muy altos; usted necesita ponerse a dieta, caminar todos los días y tomar estos medicamentos que yo le voy a indicar.
Usted no controla la calidad de los reactivos del laboratorio que analizó su muestra de sangre y le sirve de apoyo al especialista para las recomendaciones que ahora imparte. Probablemente, su primera visita a ese Doctor estuvo motivada por una prima que le contó del Dr. Menganito, endocrinólogo competente. Pero usted no sabe dónde estudió el doctor, ni qué clase de estudiante fue. Usted se fía de él y de su palabra, que ahora le está trazando todo un programa de vida que, buscando una mejor salud, usted va a seguir al pie de la letra.
Recuerde la última vez que usted se montó en un avión. Usted cumplió con todos los requisitos que le pidieron, pero ni se le ocurrió preguntar si el piloto durmió bien anoche, qué cenó o qué bebió. Usted miró los cuatro motores del avión en el cual usted va a cruzar el Atlántico, como quien mira las pirámides de Egipto: usted no sabe quién lo fabricó, cuándo fue la última revisión y si las últimas piezas que repusieron son de calidad. Su preocupación al abordar fue: ¿Alcanzaré a colocar mi maleta en el compartimento superior?, o si el volumen del viajero del asiento de al lado será tan generoso que, parte de su anatomía se adueñará, cual Putín, de mi espacio? Viajar en avión supone muchos actos de fe.
La muchacha que se matricula en una universidad de calidad, sabe que sus padres están haciendo un sacrificio, una apuesta a que ella concluirá sus estudios. Cada día, ella se sienta en un aula, va cursando materias y produciendo evidencias a partir de los conocimientos asimilados durante cuatro años. Ella confía que esta carrera la capacitará para ejercer responsablemente una profesión. Le faltan tres años y medio de carrera, está a más de 40 meses de medirse un birrete, pero confía firmemente que se graduará.
Casarse supone más fe.



