Tres motivos para creer en Jesús.

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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA.

Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.  mmaza@belenjesuit.org

   Se sabe que los primeros seguidores de Jesús eran hombres y mujeres (Lucas 8, 2- 3) realistas. ¿Por qué siguieron a Jesús? Josep Vives señala tres factores: anunció la llegada del Reino de Dios, acogía a los pobres y habló con autoridad.

    La totalidad de los estudiosos sobre Jesús están de acuerdo en resumir así su mensaje: “el tiempo de ha cumplido, el Reino de Dios está cerca, conviértanse (cambien sus prioridades) y crean en la Buena Noticia” Marcos (1,15).  Jesús actuó con la conciencia de que con él entraba en la historia el Reino de Dios, es decir, la oferta definitiva, gratuita y transformadora de parte de Dios que exige decisiones radicales abiertas a una plenitud sorprendente. Muchos de los que esperaban la intervención decisiva en la historia de parte de Dios creyeron en Jesús.

    Segundo, sin olvidar las excepciones la gente que acogió la prédica de Jesús

no fue “la gente bienestante, piadosa, y <<como se debe>>” Ese sector social poderoso fue enemigo de Jesús (con excepciones, por ejemplo, Nicodemo).

La opción por Jesús [tuvo lugar] desde una postura espiritual, desde la pobreza en que se hallan los pecadores, los enfermos, los abandonados, “los malditos” (Juan 7, 49). Vives lo señala: “Son los que tienen conciencia de la necesidad de la gratuidad: gratuidad en todo, y de todo en la vida, y en su existencia terrena, en su salvación y en el perdón los que necesitan de Dios.”

    Finalmente, muchas mujeres y hombres siguieron a Jesús, porque en su manera de actual y de hablar Jesús apeló a lo mejor en cada persona. Eso quiere decir “hablar con autoridad”. Por su sinceridad y honestidad, Jesús era capaz de confrontar a muchos de sus oyentes con esta opción: si usted cree que vale la pena hacer el bien, aunque a usted le vaya mal; si usted piensa que otro mundo más justo y humano es posible, venga conmigo a crear en nombre del Padre una fiesta para los “los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. ¡Qué suerte para ti, si ellos no pueden recompensarte! Pues tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos.» (Lucas 14, 13- 14).

   Unos guardias que enviados a apresar a Jesús afirmaron: “jamás nadie ha hablado como este hombre” (Juan 7, 46).