Como ocurre con la llegada del uno de enero, el lunes luego de Semana Santa, pregonamos con falsa seguridad, que es nuestro día propicio para iniciar planes y cumplir sueños. Ese lunes y el Año Nuevo podrían ser declarados “los días de las excusas”.
Recuerdo que en el ajedrez, como en la vida, buscamos cómo justificar nuestras acciones y enmendar nuestros errores en base a palabras. En el juego ciencia, si alguien pierde dice: “qué cosa y yo que estaba ganao”, entonces el receptor de ese torpe lamento piensa: “sí, claro, ganao son vacas”.
Las excusas que damos, generalmente, son más ridículas que la verdad misma. Nos fascina disfrazar nuestros reveses, cuando es la careta y no nuestro fracaso lo que provoca risa o pena, o ambas cositas a la vez. Lo jocoso es que quienes más se burlan de las excusas de los demás, son los primeros en recurrir a ellas.
Aquí hay auténticos fanáticos de las excusas, como el que compra una máquina para hacer abdominales, jurando que hará ejercicios, quedando el aparato oxidado en un rincón o transformado en perchero de ropa.
Pienso en mi amiga que no sabe bailar, pero expresa en todas las fiestas que es insuperable en la pista y que no hace galas de su talento porque le duele la cabeza o la música no es de su grado; igual que el compueblano manganzón que, al no poder conquistar a su Dulcinea, jura frente a todos que la botó, como si ya la hubiera tenido, algo que ni en vidas pasadas ocurrió.
O el estudiante que asiste todas las tardes a la universidad y afirma que está haciendo la tesis o la monografía, cuando la realidad es que tiene tres semestres o ciclos expulsado de la academia, asunto que sólo desconocen sus padres que siguen pagando la academia.
También está el cómico en el restaurante, que luego de “jartarse” como elefante y beber como ballena, se disculpa al momento de pagar la cuenta alegando que la noche anterior gastó miles de pesos con unos clientes importantes. ¡Embuste! Si fuésemos sinceros, las conductas que se pretenden excusar se perdonarían y hasta con gracia se recibirían.
Siguiendo con el tema (no tiene que ver con el asunto de los abdominales) desde hace tiempo quiero hacer ejercicios: correr como Félix Sánchez y jugar tenis de mesa como los Vila de Santiago. Compré ropa deportiva, estoy preparado.
Pero, en serio, antes no tenía tiempo. Ya sí. Y ahora, cuando me reclaman el cumplimiento de mis planes atléticos, respondo: “el lunes empezaré, casualmente el lunes después de Semana Santa, aunque reconozco que fallé el pasado uno de enero”.