ÉL ES EL QUE PESA LAS ALMAS

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En la literatura apócrifa, es muy común que los ángeles guíen a las almas de la tierra al cielo después de la muerte. Estos son los llamados Psychopompoi, dirigidos por el arcángel Miguel. También se le llama el “Arcángel de la Alianza”. Tal función de los ángeles y de Miguel se justifica en el texto del Evangelio según San Lucas: “murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham”. Este tipo de tareas de los ángeles dirigidos por san Miguel llamó la atención de la devoción popular, lo cual se constató en los cantos en honor al arcángel. Así cantan los fieles:

¡Príncipe Celeste, Miguel Arcángel!

asuntos humanos estas juzgando,

en día de juicio en los tribunales,

¡Sea mi guarda oh, Santo Arcángel!

De protector sea y patrón,

tu gran amparo es auxiliador;

aplaca malicia, feroz, demoniaca,

sea mi guía, sea mi calzada.

Cuando me valla al Corte Divina

¡Vendré contigo, patrón bendito!

Donde vida eterna, y el canto resuena:

¡Gloria al Señor, Gloria al Supremo!

En los iconos del juicio final Miguel, a su vez, se ocupa del pesar de las almas, como si fuera una especie de extensión de su anterior ministerio de acompañar a las almas al cielo. Miguel aparece entonces como un defensor de la justicia y un ejecutor misericordioso de los mandatos de Dios. No solo revela y cumple los mandamientos de Dios, no solo es el guardián de la pureza de la verdad, sino que también es el que abre la puerta de la misericordia de Dios a los que se arrepienten y se convierten. Es un ángel, que con gran celo invita a las personas a entrar en los misterios del amor de Dios.

No en vano, en la Iglesia oriental, la puerta lateral del iconostasio, situada a la derecha de la entrada principal, es decir, la puerta zarista, llamada puerta del diácono, o puerta sur, está decorada con las imágenes del arcángel Gabriel y Miguel. Los dos arcángeles anuncian y guardan el misterio divino, comunican los asuntos de Dios a las personas y anuncian a los fieles reunidos en el templo los secretos que se realizan detrás del iconostasio. Pero también comunican a Dios los asuntos de las personas, sus necesidades, peticiones, preocupaciones, así como alegrías, gratitud y la experiencia de la felicidad.

Padre Jan Jimmy Drabczak CSMA

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