Un grito desesperado

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Al leer el título de este escrito, podremos creer que es que nos estamos refiriendo a la obra de Carlos Cuauhté­moc Sánchez, pero en realidad es al grito de los médicos, que, tratando de mante­ner su juramento hipocrático, luchan desesperadamente por llevar consuelo y sanidad a un pueblo que se reúsa a ser sanado. Es el grito de los co­merciantes por la situación económica que vive nuestro país a causa de una pandemia cuyo horizonte se ve cada día más gris.

Es el grito del Gobierno dominicano al ver cómo el pueblo hace caso omiso a todas las medidas que se toman para tratar de frenar esto. Es el grito de la policía, al sentirse impotente, desa­fiada y cansada de ya casi un año de tratar de frenar a todo el que no quiere acatar las re­glas. Es el grito del que ya está cansado de los diferentes toques de queda y que quiere hacer su vida normal y que la misma desesperación y rebel­día de no poder hacerlo hace que desafíe toda autoridad, sin importar las consecuencias. El grito de esos estu­diantes, conscientes de que quieren superarse y que mu­chas veces se sienten frustrados por la educación virtual.

El grito de aquellas ma­dres solteras trabajadoras que no encuentran en cuantas par­tes más partirse para tratar de cocinar, limpiar, trabajar y además ser maestras de sus hijos. En fin, cada uno tendrá un grito desesperado que dar, pero ¿se ve algún tipo de so­lución a esto? ¿Será la vacuna? ¿Alargar el toque de que­da? ¿Más medidas disciplina­rias? ¿Más ayuda del programa fase? De cualquier ám­bito que lo veamos, quizás todas tendrían sus razones, pero nada de esto funcionará si nos falta algo que solo juntos podemos lograr: Concien­cia. Darnos cuenta de que sin salud la economía no saldrá adelante. Que un pueblo en­fermo no va para ningún lado.

Conciencia de que un pue­blo sin economía no tendrá una salud de calidad. Con­ciencia de que si cumpliéra­mos a cabalidad las medidas la policía no se pasara de la raya. Conciencia de que si la policía muchas veces cum­pliera su juramento de cuidar y proteger al ciudadano, sería mucho más fácil al hacer su trabajo.

Hay muchos más casos de falta de conciencia, pero lo que nos debe llevar a ver esto es que la situación que estamos viviendo en esta pande­mia es parte de un engranaje que solo no podemos llevar y que todos debemos poner de nuestra parte para salir airo­sos.

Cuidado, higiene y distancia deben de ser palabras que por mucho tiempo vamos a tener que decir y que TODO el mundo la debe de tener, sin distinción social ni credo, etc. Vivir la igualdad en un mo­mento en que a esta enferme­dad no le importa quién eres o qué tienes.

Salgamos de esto juntos AUTORIDADES, PERSO­NAL DE SALUD, CIUDA­DANIA, COMERCIO, ETC. Y lo más importante de todo, agarrémonos del que todo lo puede, de Dios, para que nos ayude a tener conciencia, res­peto, verdad, comprensión, misericordia, empatía y amor. Gracias y bendiciones.

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