Tender la mano al pobre

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La pandemia del COVID-19 ha descubierto y mostrado con toda su crudeza el estado de pobreza, a veces extrema, en que viven cientos de ­familias dominicanas. También nos ha hecho ver que la brecha entre ricos y pobres es cada día mayor.

El mensaje del Papa Francisco con motivo de la IV Jornada Mundial de los Pobres nos puede ayudar a mirar esta realidad de la pobreza con otra visión, dejando atrás la indiferencia frente al dolor del prójimo que clama por su dignidad. Es hora de buscar soluciones urgentes a este estado de postración en que viven tantos seres humanos en nuestros barrios y campos.

Lastima el alma observar el tipo de viviendas en que ven pasar sus días tantas familias, en donde el hacinamiento y la estrechez son su compañía. Casuchas destartaladas cuyas paredes y techos son de hojalatas y otros materiales encontrados en los basureros.

En estas condiciones de vida es imposible que los niños y niñas puedan crecer de una manera sana. El daño psicológico estará presente en su diario vivir, y su estado de salud a nivel general será muy débil, haciendo de ellos presas fáciles para contraer enfermedades.

El encuentro con una persona en condición de pobreza siempre nos provoca e interroga. ¿Cómo podemos ayudar a eliminar, o al menos aliviar su marginación o sufrimientos?  Así nos dice el Papa.

Un paso para comenzar puede ser que el Estado impulse políticas sociales, dejando atrás la dádivas y paliativos que en nada contribuyen a ­liberar a los excluidos de las cadenas que por años les han impuesto para mantenerlos esclavizados y así no sean sujetos de su propio destino.

Sugerimos al Gobierno la implementación de un plan de construcción y reconstrucción de viviendas, destinadas a las familias que viven en situación de vulnerabilidad. Así comenzamos tendiendo la mano al pobre, como nos lo pide el Papa Francisco.

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