El desconocido misterio de los ángeles

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Uno de los grandes dones que hemos recibido de  Dios son nuestras manos. El hombre tiene dos manos, una para dar y otra para recibir. También tiene diez dedos en las manos, porque somos hijos de los Diez Mandamientos de Dios. Los ángeles se presentan como las manos de Dios. Reciben de Dios y nos dan. Hay un conjunto único de huellas dactilares en las manos. Este conjunto nos recuerda, que todos somos especiales y únicos a los ojos de Dios y nos envía como solución a los ángeles de la guarda, para cuidarnos y ayudarnos con gran amor.

No puedes elegir  a los ángeles. Cada uno de noso­tros tiene un ángel único y personal, adaptado a noso­tros perfectamente, ya que Dios nos ama personalmente y sabe muy bien qué tipo de ángel  necesitamos. Un ángel no es solo un nombre, sino que habla de la misión que ejerce.

Hay mucho por agradecer a los ángeles, tal vez por sus buenas inspiraciones, por la pronta recuperación a los afectados del coronavirus. Es preciso encomendar a Ellos nuestro futuro. Y aunque nos ayudan, también este mundo nos causa muchas interrogantes. Hoy queremos res­ponder a algunas.

¿Cómo sabemos de la existencia de los ángeles?

De la revelación Divina, que es la Sagrada Escritura, documentos y Tradición de la Iglesia. Naturalmente la tradición de la Iglesia, es­crito con “T” mayúscula y con “t” minúscula.

¿Qué es la “T” mayúscula? –  es la tradición oficial de la Iglesia, como: los documentos, apócrifos, historias y escritos de los santos (a santo Tomás de Aquino le llaman: Doctor Angelical). Lo encontramos en nuestro ca­tecismo y en el Credo, etc.  El Santo Padre Pío decía: Junto a nosotros está nuestro amigo invisible, el hermano gemelo, el ángel de la guarda.  El ángel, desde el punto de vista católico, es una persona de carácter espiritual, un amigo invisible que nos  ayuda constantemente. Re­zamos en la oración: “Oh án­gel de la guarda mi dulce compañía, no me desampa­res ni de noche ni de día…  Entonces, por la mañana, por la tarde, en el día y en la no­che, Él nos va a ayudar. Siempre podemos llamarlo, “marcando el 911” de nuestro corazón, es decir orando profundamente por su auxi­lio. Y Él se apresurará y nos dará lo que necesitemos, se­gún la voluntad de Dios.

Y la tradición con “t” mi­núscula. Habla de nuestro propio convencimiento, re­velaciones o inspiraciones personales, que realmente no se puede presentar como una prueba y solo la entienden las personas de fe. Sin em­bargo, en nuestra cultura y rasgos de la religiosidad po­pular, parece ser entendible y reconocible su existencia, aunque de manera supersticiosa.

Después de una breve res­puesta a la pregunta sobre la existencia de los ángeles, na­ce otra:

¿Qué hace nuestro án­gel de la guarda?

El salmo 137 dice: “De­lante de los ángeles tañeré para Ti, Dios mío”, ahí ve­mos, que Dios  envía al ángel delante de nosotros para cuidarnos. Y como lo señala la misma pregunta, cada án­gel nos guarda de todo mal, nos protege, pero también ora con y por nosotros. Él lleva nuestras oraciones ante la majestad de Dios, pero también nos trae la bendición de Dios.

La Sagrada Escritura ha­bla de ángeles de Dios que ascienden, pero también des­cienden. Tenemos una hermosa canción “Ángeles de Dios” que lo describe muy bien.

Cada ángel nos da una buena inspiración. A veces decimos: algo me inspiró. ¿Algo, o tal vez alguien? Tal vez es tu ángel de la guarda, que te hizo leer este artículo y desde hoy lo tomarás más en cuenta para tu propio bien, porque  el ángel de la guarda debe ser invocado.

Somos libres y ellos res­pe­tan nuestra libertad. Noso­tros decidimos a quién abrimos las  puertas del corazón. Por tal razón, el conocedor de esta realidad, el Santo Pa­dre Pío, rezaba al ángel de la guarda por lo menos cinco veces al día. Nosotros también podemos rezar al ángel de la guarda por otra perso­na, pidiendo que le ayude.

Podemos orar por las al­mas del purgatorio, por los  familiares en problemas y  por su conversión. Por nues­tros hijos, nietos, etc. Ellos siempre facilitan una buena cooperación.

San Miguel cuidaba y protegía al Pueblo Elegido.  Y hay ángeles de la guarda que protegen a las familias, a las parroquias e incluso  a las naciones. San Miguel ayuda a los moribundos a reconci­liarse con Dios y si esto no resulta, participa en el juicio de Dios sobre los hombres en el purgatorio, abogando por su salvación y finalmen­te los lleva al cielo.

Y estoy convencido que  cuida a la Iglesia en Repú­blica Dominicana y toda la nación Quisqueyana. Inclu­so, nuestros obispos, inspirados por los ángeles, recono­cieron un santuario en honor a San Miguel Arcángel.

Ángel de la guarda, gracias por estar conmigo e ins­pirarme en estos escritos. Haz­me saber de Ti, haz que no te olvide nunca y llévame donde me espera Dios con su inmenso amor. Amen.

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