Desafíos de las madres en tiempos de la COVID-19

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El mundo está ocupado dándole seguimiento a la evolución y al impacto del virus mortal que se ha adueñado de la vida, del trabajo y del ocio de las personas. Es la COVID-19, un virus que ha venido para quedarse; ha instalado su vivienda en la geografía mundial y provoca cambios drásticos en nuestro modo de vivir y de relacionarnos. Esta enfermedad  genera  transformaciones en nuestra forma de expresarnos; impone reglas diferentes para intercambiar emociones y  sentimientos entre las personas que se conocen y se estiman. De igual manera, la COVID-19 pretende con su crudeza hacernos olvidar una de las fiestas más significativas y tiernas, el Día de las Madres. No. Este plan no se le puede dar al virus mortífero; todos hemos de celebrar y saludar con singular esmero a las madres de la República Dominicana, estén vivas o en la casa del Padre.

 

Desde cualquier lugar donde estemos, movilicemos la sonrisa y la canción, para decirles a todas las madres que ellas tienen más potencia y velocidad transformadora que todos los demás seres vivos o inertes presentes en la tierra. Ahora más que nunca queda demostrado el  poder creativo de las madres dominicanas. Ellas, con firmeza y actitud esperanzada, responden a los innumerables desafíos que les plantea la COVID-19. Son desafíos de alto alcance los que pretenden doblegarlas; insisten en ocuparles mente y corazón para que se rindan. Pero ellas resisten; y es una resistencia acompañada. Tienen la certeza de que están apoyadas de la vigorosidad de María, la Madre de Jesús. Y por esto, pierden de vista el lamento y también la cobardía.

 

Enfrentan los desafíos con entereza y una aguda inteligencia. Estos desafíos inciden en la vida y en el desarrollo de cada uno de los miembros de su núcleo familiar. Además, tienen fuerza para desgastar al más valiente; pero las madres dominicanas no se amedrentan ante nada. Dan la cara; asumen sin pusilanimidad; se ponen en acción y demuestran con hechos que “sexo débil” no es una expresión coherente para denominar a la mujer. Las madres de este país demuestran en la cotidianidad que poseen multiplicada creatividad y energía para resolver problemas en cualquier circunstancia. Ante el desafío que les presenta el Plan de Emergencia Nacional, las madres se organizan; crean alternativas para construir un ambiente pacífico y relaciones humanizantes en la familia. Unido a este hecho, buscan los medios necesarios para responder con mayor responsabilidad en su lugar de trabajo; denuncian y luchan por sus derechos para contar con los servicios básicos.

 

Las madres saben que sin los servicios básicos su acción para contrarrestar el virus será una tarea imposible. Más del 50 % forma parte de un hogar monoparental, lo que supone un peso fuerte como madre soltera para mantener la estabilidad económica y la armonía interna de la familia en medio de la pandemia. Ellas establecen estrategias para respetar los protocolos que exige la enfermedad del virus y, a la vez, actúan para que los miembros de la familia mantengan la estabilidad mental y física. El desafío económico generado por la supresión de empleos y el cierre de empresas, las obliga a diversificar sus actividades con el fin de obtener los ingresos necesarios para vivir aun sea de forma precaria.  La COVID-19 desafía a las madres al solicitarles nuevas maneras de entender y asumir la convivencia familiar, vecinal y social. Pero las madres dominicanas no se cansan. Participan de la sabiduría del Espíritu y éste las prepara para tiempos buenos y para tiempos difíciles.  Felicidades a las madres dominicanas, madres incomparables.

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