Esta es una de las interrogantes que las personas constantemente me hacen en los talleres, cursos o entrevistas sobre la Biblia, pues de nada sirve leer o estudiar las Sagradas Escrituras si se carece del medio o de una metodología adecuada para interpretar y conocer a profundidad lo que se lee.
Claro que al hablar de interpretar no queremos por ahora hablar de los diversos métodos o acercamientos que utilizan los teólogos y exegetas bíblicos, sino que en esta ocasión trataremos sobre algunas herramientas para que el cristiano de a pie pueda leer e interpretar y así crecer en el conocimiento de las verdades bíblicas y crezca en su fe.
Una de ellas, tal vez la más conocida, es la Lectio Divina o Lectura Orante de la Biblia. La Lectio Divina no es una oración mental sobre la Biblia o con la Biblia, pues en ella no somos nosotros los que ponemos de nuestra parte, sino que es Dios quien nos ofrece la posibilidad de recibir su luz. No es una simple meditación, ni una catequesis; ella tiene una dimensión personal y se realiza muchas veces en comunidad.
Sobre esto último, hay monjes que se oponen a que la misma se realice en comunidad, pues dicen que ella tiene un carácter individual y así debe continuar, porque se convierte en una celebración de la Palabra. Pero el hecho es que la Lectura Orante ha llegado al Pueblo de Dios y ya ha hecho de ella un elemento importante en el proyecto de la vivencia de su fe y sus frutos son señales de una moción del Espíritu alrededor de la Palabra de Dios.
El número 249 del documento de Aparecida, nos pide retomar la Lectio. Dice textualmente al respecto: “Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios y al testimonio de Jesús-Señor del universo.
Con sus cuatro momentos (lectura, meditación, oración, contemplación), la lectura orante favorece el encuentro personal con Jesucristo al modo de tantos personajes del Evangelio… Todos ellos, gracias a este encuentro, fueron iluminados y recreados porque se abrieron a la experiencia de la misericordia del Padre, que se ofrece por su Palabra de verdad y vida. No abrieron su corazón a algo del Mesías, sino al mismo Mesías, camino de crecimiento… proceso de discipulado, de comunión con los hermanos y de compromiso con la sociedad” (249).
Esta manera de orar con la Biblia y en este caso de leer e interpretar se realiza a través de cuatro pasos: 1) La lectura: que es leer el texto, releerlo, volver a los versículos que más nos llamen la atención, explicarnos un poco el contenido. 2) Meditación: Es ver qué me dice esa Palabra de Dios a mi vida. 3) Oración: lo qué le digo a Dios en forma de Alabanza, acción de gracias o petición ante esta Palabra suya. 4) Contemplación: que es el momento culminante y grande de la Lectio, pues es escuchar a Dios, qué Dios me dice ante esta Palabra. En algunos grupos ha surgido lo que llaman el Actio o Acción, como último paso de la Lectura Orante.
Algunos sostienen que no es necesario, pero como la Lectio Divina ya es algo de todo el pueblo de Dios, en su mayoría Laicos, pues ellos quieren vivenciar en sus vidas esa Palabra que han recibido, ya que no viven aislados, sino en el mundo, lugar de su quehacer como hijos de Dios y como cristianos.
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