“Te doy una canción y hago un discurso”

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Escucho todo tipo de canciones, pero valoro y me encantan más las que penetran en mis venas, bom­beando reflexiones, sentimientos de solidaridad y fe en el ser humano. De esas canciones se aprende mucho, como si se leyera un libro de calidad. El título de este artículo lo tomé de la obra “Te doy una canción” de Silvio Rodríguez.

Trato de que mis relacionados presten atención a artistas del calibre de Joan Manuel Serrat, Alberto Cortez o Mercedes Sosa, para citar tres. Un buen verso musicalizado, en ocasiones, tiene un poder in­menso y rompe barreras inimaginables. Pero aclaro, por si acaso, que esto no es incompatible con gozar al compás de un merengue sabroso o de una bachata melodiosa. En la vida todo tiene su momento.

Hace poco disfruté en Netflix del documental bio­gráfico “Masacre en el estadio”. Trata sobre la vida y muerte de Víctor Jara, cobardemente asesinado en el “Estadio Chile” (hoy “Estadio Víctor Jara”) días des­pués del derrocamiento de Salvador Allende.

Es posible que algunos no conozcan o recuerden a Víctor Jara. Fue un destacado cantautor, profesor y director de teatro, militante de izquierda y figura principal del movimiento músico-social llamado “Nueva Canción Chilena”.

Su canto caló en la gente pobre de ese gran país, especialmente en los trabajadores. El 11 de septiembre de 1973, mediante el golpe de Estado a Salvador Allende, llega al poder Augusto Pinochet. Casi de inmediato Víctor Jara fue apresado y le apagaron su voz, no sin antes destruir sus manos para que jamás pudiera tocar la guitarra.

En los primeros minutos del documental, alguien dijo que una canción de Víctor Jara era más peligrosa que 100 metralletas juntas. Pero la frase que más me impactó fue una del propio Víctor Jara: “Basta de música que no nos dice nada, que nos entretiene un momento y nos deja hueco como siempre”.

En ese orden, el panameño Rubén Blades y la banda de rock estadounidense “Making Movies” acaban de lazar la canción “No te calles”, pidiéndole a los ciudadanos protestar contra la corrupción, ese mal que destruye nuestras naciones y las sumerge en la pobreza. El público podrá ser parte del coro, agre­gándolo a la composición, lo que podría ser el pro­yecto musical más colaborativo de la historia. Enhorabuena.

De vez en cuando motivémonos a escuchar canciones “de contenido”, que ellas representan esperanzadores discursos para que seamos personas de bien, responsables y preocupadas y ocupadas por cons­truir una patria mejor.

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