La existencia del hombre no termina en la tierra. Este se hace constantemente la pregunta: ¿Hacia dónde vamos?, la Sagrada Escritura da una clara respuesta a esta y semejantes preguntas: venimos de Dios, nuestro Creador y Padre, y a él debemos volver (compare: Daniel 12,1-3; Salmo 42,5; 2 Pedro 1,4; Ap 21,4). Así que estamos destinados al cielo y la tierra está ahí para poblar el cielo (Cardenal A. Suarez).

Dios introduce a los salvados en su felicidad eterna, de tal manera que los hace partícipes de la naturaleza divina. Y esta es la nota clave de la buena noticia. Este mensaje es también para los contemporáneos. Vivimos tiempos en que la generación mayor se siente sorprendida y aterrorizada por el rápido desarrollo y la prisa de la vida, mientras que la generación intermedia sueña con un nuevo paraíso en la tierra, y muchos jóvenes se sienten perdidos y escapan a un mundo imaginario. De hecho, todos necesitan mucho un recordatorio de la gozosa noticia del llamado celestial.

Suena paradójico, pero quien fija sus ojos en el cielo puede caminar sobre la tierra con paso firme. Un cristiano que vive una vida justa no debe temer a la muerte, pero, si es posible, debe esperarla con fe en que lo llevará a una nueva vida, incomparablemente mejor que la presente, porque es una vida eterna y feliz. Por lo tanto, cada uno de nosotros debe guiarse en la vida por el consejo de san Basilio el Grande (329-379):

“No nos quedemos despreocupados e indiferentes, no desperdiciemos imprudentemente el tiempo presente, no pospongamos para mañana y más tarde el comienzo del trabajo.  Y que el deseo de nuestras almas nos encuentre desprevenidos, sin buenas obras y seamos excluidos de la alegría de la fiesta de bodas. Ahora es el tiempo de la penitencia, luego viene el tiempo de la retribución, ahora es el tiempo del trabajo, luego viene el tiempo de la recompensa”.

Todos los habitantes del cielo, en particular los santos ángeles, sabiendo la importancia del tiempo y de las oportunidades que Dios da a cada persona para merecer una feliz vida eterna con una buena vida terrenal, rodean a la persona con constante cuidado, la guían a través de buenas inspiraciones y animación a obedecer los mandamientos de Dios. Mostremos la obediencia, el respeto y cuidado a estas voces porque han sido comisionados por el mismo Dios para ayudarnos.

Santos Ángeles, dirigían constantemente nuestra mente y corazón, para que las cosas terrenales no nos