Para el extranjero que nos visita las elecciones dominicanas serán realizadas dentro de pocos días. Así pensarán al ver la cantidad de vallas que están promoviendo los candidatos y precandidatos de los diferentes partidos. La sonrisa que estos muestran es una característica común en cada uno de ellos y ellas. Estamos en presencia de una contaminación visual perturbadora. 

Se olvidan que el pueblo quiere algo más que una sonrisa. Ya nuestra gente está despertando, va teniendo más conciencia. Ya  conoce al vuelo al cojo sentado, y al ciego durmiendo.

De ahí la importancia capital de que las organizaciones políticas escojan a verdaderos representantes de sus comunidades. No es justo que los cuantiosos recursos económicos de algunos precandidatos sepulten las legítimas aspiraciones de hombres y mujeres que tienen una hoja de servicio limpia, encarnando los valores de honradez, pulcritud, y transparencia.

Que esperanzador fuera para nuestro pueblo que los aspirantes a cargos electivos hicieran suyos estos pensamientos del cardenal Van Thuan, cuando expresaba: 

  • Bienaventurado el político que tiene un elevado conocimiento y una profunda conciencia de su papel.
  • Bienaventurado el político cuya persona refleja la credibilidad.
  • Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.