Tomado del libro Poesias completas, de Monseñor Freddy Bretón

Monseñor Freddy Bretón Martínez

Arzobispo Metropolitano de Santiago de los Caballeros

Este que ven aquí tendido y solo

soy yo.

Créanmelo al menos por la pena.

Les confieso francamente:

No tengo la culpa de estar triste.

No es culpable el arroyo de estar seco ni de haber sido talada la arboleda.

De repente se echaron sobre mí como plaga de ratas

todas las penas del mundo.

Los desiertos se bebieron de un sorbo todo mi caudal

y el que antes era espuma cristal y canto

es hoy un largo cauce polvoriento y sinuoso

donde galopa a sus anchas la tristeza.

Pan de piedra agua de llanto.

¿No les gusta mi alimento?

Hoy suspiro por las lluvias que engrosan otros caudales

que van regando otros campos.

¿A dónde ha ido el helecho, el verdín, los azahares?

¿Quién se ha robado el verdor que hacía frescas mis riberas?

Habrá ido a dar al mar

donde hoy solo van mis penas…

Denme razón de mis aves

¿a dónde han llevado su canto? Y los peces de colores

¡Cuánto destello a su paso! Y el limo y los camarones…

¿Por qué murió el arcoiris?

Se ha estrellado el sol

de bruces contra mis piedras y son fuego de volcán,

no frescas piedras de río.

¿Les molesta que mi canto baje un poco pedregoso? Perdónenme este lamento,

no es más que menudo llanto.

Y les confieso:

Mi verdad es la misma. Verdad firme y mudable sólida y rodante

como las piedras de mi cauce.

Deben saber que guardo

bajo cada piedra una esperanza y un sueño de ojos abiertos bajo el polvo menudo

de cada hoja seca, bajo la corteza del árbol caído.

Este es mi tesoro secreto y preciado. Espero nuevo caudal,

les prometo nuevo canto.

Fluvial. Primaveral. Inmenso.

Bajarán por mi cauce cantando labradores y cantará en mi voz

el sudor redimido del obrero. Cantarán todos los niños en la fronda y las aves

anidarán de puro gozo en cada trino

en cada voz en cada mano.

¡Qué caudal tan grandioso! De manos piedra y hombre bestia y niño

sudor y canto.

Huyó el temor, el límite y el llanto. Sueño un solo río

un mar inmenso.

Una sola primavera estremecida un solo gozo

un solo canto.

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