Más allá de mí

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Como el río que fluye

y desemboca en el mar y no se detiene de fluir, alimentado

por las aguas

subterráneas

que vienen del proceso de enfriar el planeta, marcando así

el ciclo de la vida; nosotros somos

la continuidad

de un humano que ha habitado la tierra

creciendo en entendimiento,

en capacidad

de dominar;

al mismo tiempo

que por períodos,

decae y se consume

a sí mismo.

Así las cosas, el hombre va de una orilla a otra del mar existencial,

a veces con brillo deslumbrante

y otras veces opaco, denso, arrastrando

el cadáver marchito

de sus debilidades.

Emprender el camino de retorno

no es dialéctico,

continuar el camino

buscando superar

las etapas de debilidad

es imperante.

Para ello nos

necesitamos

los unos y los otros.

La superación de los estadios de decadencia siempre han requerido liderazgo, conciencia

y una fuerza superior

a la debilidad

de lo singular.

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