Décadas atrás transitaba con frecuencia la carretera del sur, los destinos y razones eran diversos. Llegábamos a Pueblo Viejo, Azua, donde vivían amigos y compañeros de universidad. Nos daban “bola” los choferes en los camiones que cargaban tomates. Era una carretera polvorienta, con curvas muy pronunciadas. Se debía viajar despacio.
Luego los viajes llegaron hasta Galván, pasando por Tamayo, en la provincia Bahoruco. Me fascinaba la algarabía de las aves, muchas de ellas extrañas para mí en ese entonces, que sobrevolaban las lagunas naturales que existían dentro de las zonas que visitaba.
Aprendí a amar el sur, árido y salvaje en otros tiempos y hora también. Pero en la memoria llevo una imagen que se repetía en los primeros viajes, iguanas amarradas en troncos de cambrón, en oferta de venta a los viandantes.
En principio, siendo del Cibao, no conocía las iguanas más que en libros, luego me resultaba extraño que un reptil fuera objeto de venta. Con los años me involucré en la fotografía de la naturaleza, en cooperar con organismos e instituciones dedicadas al medioambiente y he conocido con tristeza cuan grande es el mercado de especies animales y forestales en el mundo.
Recientemente, camino a San Juan de la Maguana, me detuve en una de las paradas de la ruta y este adolescente me ofrecía un ejemplar de Iguana por un precio de quinientos pesos. No me interesaba el animal sino la foto y él me permitió realizarla.
Salud pública y el cuidado de la biodiversidad
El comercio de especies ilícitas es enorme a nivel global y con la pandemia del coronavirus se está cuestionando como el tráfico de animales salvajes y partes de los mismos impacta en la salud mundial, además de su incidencia en la biodiversidad particular de cada nación.
Mucho de este movimiento y tráfico furtivo lo provoca la vanidad humana, ya que aves, reptiles y otros animales se obtienen como mascotas. Un afán de exhibir lo exótico de ejemplares que en su hábitat son bellos y libres pero ¡yo quiero que sean míos!
El tráfico ilícito no está sujeto a control sanitario por eso es peligroso para la salud. Existen las enfermedades zoonóticas que son aquellas que se transmiten de animales a seres humanos. Virus, bacterias, parásitos y hongos propios de las especies que por lo general son asintomáticas pueden ser de alto peligro para la salud humana. (China ha suspendido la exportación de carne de animales salvajes a partir de la pandemia del Covid).
La iguana verde, procedente de centro américa, la que sostiene el jovencito en sus manos, es una especie introducida a nuestro país y vendida como mascota exótica. La hembra pone unos 80 huevos al año por lo que su reproducción es exponencialmente grande. Algunas personas han liberado ejemplares y estos a su vez están ocupando espacios que obligatoriamente corresponden a otras especies. Más aún, la iguana verde es portadora de la Salmonella, un tipo de bacteria que provoca infecciones y trastornos digestivos y que se transmite por las heces que este animal deposita en piscinas, vehículos y en el ambiente natural que invade luego de su liberación.
En islas Gran Caimán la iguana verde, también introducida como mascota exótica, ha puesto en peligro la desaparición de la endémica iguana azul debido a los gérmenes que emanan sus cadáveres en descomposición. En la República Dominicana se tiene una alerta respecto a esta especie, su venta y control sin resultados conocidos hasta el momento.
El hombre ha fallado
en custodiar la tierra
Vivimos en la casa común como una familia humana y en la biodiversidad con las otras criaturas de Dios. Pero el hombre por egoísmo ha fallado en su responsabilidad como custodio y administrador de la tierra. La hemos contaminado y saqueado, poniendo en peligro nuestras vidas. “Hemos pecado contra la tierra, contra nuestro prójimo y, en última instancia, contra el Creador, el Padre bueno que provee a todos y quiere que vivamos juntos en comunión y prosperidad”, señaló el Papa en el mensaje para el 50º aniversario del Día Mundial de la Tierra.
Coronavirus, el planeta avisa que la humanidad debe cambiar
En su boletín de mayo pasado el Programa Mundial para el Medio Ambiente de ONU señaló entre las prioridades post-pandemia: intensificar el trabajo para mapear amenazas zoonóticas y reducir el riesgo de futuras pandemias como la del coronavirus que actualmente enfrenta la humanidad.
Además de una respuesta en diversas áreas, entre las que se encuentran: ayudar a gestionar los desechos del covid-19 y ofrecer un cambio transformador para la naturaleza y las personas.
En dicho informe la directora ejecutiva del programa, Inger Andersen afirmó: “Con la covid-19, el Planeta nos ha enviado un mensaje de advertencia muy fuerte: la humanidad tiene que reinventar su relación con la naturaleza”.
La invitación está clara e ilustrada, mejorar nuestra relación con la naturaleza, que en nuestro caso, como país, no se trata de ensañarnos contra un jovencito que vende una iguana a plena luz del día, se trata de re-educarnos en el respeto a la biodiversidad, manteniendo las especies y recursos en su hábitat, como es el caso las cotorras y pericos, la flora de nuestros parques nacionales, los caracoles y piedras de nuestras playas, los corales, los materiales del lecho de nuestros ríos, etc.
La biología abarca al planeta en su totalidad. Cada pieza que se mueve de su nicho ecológico crea un desequilibrio. El caso de la iguana verde al igual que muchísimas otras especies traídas y encerradas en jaulas en viviendas dominicanas son resultado de un crimen ambiental.
Como señala el Papa, la humanidad y en particular los cristianos estamos llamados a reconstruir nuestro vínculo con la naturaleza o exponernos a que ésta, descontrolada, ponga en peligro la misma existencia humana. La muestra está en la experiencia de sanidad dolorosa y triste que estamos viviendo.
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