Educación y escuela es en estos días un tema exigente y delicado del que debemos estar al tanto.
Uno de los primeros objetivos posteriores a la cuarentena era volver a la normalidad, pero ahora nos hemos dado cuenta que si las zonas francas podrían volver, en la educación-escuela no es cosa tan fácil. En casi en todos los países del mundo y también entre nosotros es tema de difícil solución. Difícil por la realidad objetiva de una pandemia que es contagiante y en casos letal.
Pero que no podemos prescindir de ella, hay que educar, buscarle solución, proporcionarle recursos económico, seguridad sanitaria y garantía de que vamos a enseñar.
El sustrato filosófico de cualquier medida que se tome es la grandeza de lo pequeño. Todo lo poco que se haga es mucho. Y ponerle entusiasmo.
Me parece que lo primero a hacer es distinguir entre educación y escuela. Si entendemos por escuela la edificación física reconocemos que se hace complicada la solución. Pero si entendemos que el caso no es tanto la escuela como la educación se hace más manejable.
La solución exige una maleabilidad de acercamientos y soluciones, debemos pasar de la uniformidad a la pluralidad de acercamientos y respuestas.
Primero y principal. Sobre este caso y su solución debemos reconocer que influyen muchos intereses y opiniones. Desde los vendedores que rodean nuestras escuelas públicas, los suplidores de material de mantenimiento, académico y de desayuno escolar, los maestros y la Asociación Dominicana de Profesores, los padres de familia, los colegios privados y el Ministerio de Educación. Cada uno tiene su acercamiento, interés y propuesta.
Todo parte de la decisión del Consejo Nacional de Educación de comenzar clases – clases presenciales como lo hemos entendido siempre– el 24 de agosto (Resolución 3/2020). La ADP, desde el 20 de julio, viene reiterando que la comunidad educativa no está en condiciones para comenzar el año escolar con clases presenciales el 24 de agosto y que habrá que buscar mecanismos de educación a distancia. Asociaciones educativas como EDUCA, el 18 de julio, habían propuesto que las clases comiencen cuando se den las condiciones para proteger la integridad sanitaria de la comunidad educativa, pero que se podría pensar un modelo híbrido semipresencial y telepresencial. La Unión Nacional de Escuelas y Colegio Católicos, el 21 de julio, se mostró partidaria de reiniciar clases, no presenciales, recurriendo a modalidades diversas. La Unión de Instituciones Educativas Privadas, el 5 de agosto, consideró antieconómico posponer la apertura de clases para enero, pues afectaría sus economías y podrían quebrar y cerrar. Se oye decir que hay padres de familia que manifiestan que sería riesgoso y no enviarán sus hijos a las escuelas y algunos que hasta piden que sean los maestros quienes vayan a sus casas. El anunciado ministro de educación, tras consultas, había prometido ofrecer una solución en la semana del 3 al 7 de agosto. Y todo ha quedado en un suspenso que conjeturamos está a la espera de la toma de posesión de nuevo Gobierno.
Introducimos aquí dos propuestas que suenan curiosas, pero pueden ser interesantes. En un video de origen español se invitaba a pensar en todo lo que se podría ganar si los niños con dificultades para aprender matemáticas hacen vida familiar, leen libros y aprenden artesanías. Y Pelegrín Castillo hizo la propuesta de un “año sabático” centrado en la autoformación a través de la lectura y los medios audiovisuales. Al mencionar estas opiniones quiero decir que podrían surgir muchas iniciativas de personas individuales y de pequeños grupos que asuman tareas educativas por su cuenta, ya sea gratuito o pagando.
Mientras tanto, en base a experiencia y a la escucha de opiniones, nos parece que para las escuelas públicas –las privadas dicen estar preparadas para controlar y correr el riesgo de la contaminación y presionan por abrir o peligra su sobrevivencia económica – hay que tener presente y manejar tres criterios: gradualidad, regionalización y diversificación.
Gradualidad en el tiempo. No podemos esperar que el 24 de agosto u otro día posterior se abran las clases con actos y subidas de banderas. Se debería ir comenzando poco a poco, modestamente, según se tengan los controles sanitarios y los recursos económicos y académicos.
Regionalización es tomar iniciativas dependiendo de las regionales de educación donde haya mayor control del virus y disposición de los equipos directivos y profesorales. Pero, atención, se corre el riesgo de un rebrote y haya una corrida de padres y de alumnos.
Y diversificación en los métodos y requisitos. En el mes de marzo se hablaba de lo virtual, pero sabíamos que eso no era viable por las carencias tecnológicas y metodológicas. Pero ahora se podría implementar un plan de superación de estas carencias. Presenciales en aquellos lugares donde la incidencia del virus sea baja o sea acompañado de un plan de control sanitario. Lo radiofónico y televisivo son un recurso ya probados que llegan a todos los lugares del país. Pero todos estos recursos necesitan de un acompañamiento de los padres de familia y de los profesores porque la educación, al menos la inicial y básica requiere de acompañamiento, al menos de padres no que enseñen, sino que más bien estimulen y pregunten a sus hijos.
Y hablábamos de diversidad de requisitos. Ya habrá tiempo de pensar cómo evaluaremos la atención y progreso de los alumnos porque es sabido que el sistema de exámenes y Pruebas Nacionales será de difícil aplicación.
Y los pactos, acuerdos y reformas curriculares, si son necesarios, vendrán después que se estabilice la educación.
Una tarea importante es implicar a ADP y entusiasmar a los maestros.
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