Por una cultura de la transparencia

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Editorial

La corrupción administrativa ha sido un cáncer que va llevando a la tumba a nuestros pueblos latinoamericanos y de otras latitudes. La complicidad y la indiferencia de aquellos que tienen la responsabilidad de extirpar ese mal, han sido su mayor aliado. La falta de consecuencias ha estimulado esta práctica malsana, que lleva a miles de personas a vivir en la indigencia.

Hace falta crear una cultura de la honestidad, que debe comenzar desde el hogar. Es urgente comprender que a los cargos públicos debe irse a servir y no a servirse de ellos, porque a través de los años hemos visto funcionarios que entran a la administración, llevando una vida modesta, y luego terminan siendo ricos sin poder justificar tanta bonanza. Piensan que servir en el Estado es su gran oportunidad para cambiar de status.

Es lamentable escuchar amigos y familiares de estos funcionarios, estimulándolos a llevar una conducta indigna, con expresiones como esta: “Esta es tu gran oportunidad, aprovéchala. No seas tonto”.

Esperamos que en este Mes de la Patria, y siempre, comprendamos que la contribución para tener una mejor nación, es manejar los fondos públicos con pulcritud.

Recordemos el mandato divino de: No robarás.