La música que disfruto

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La música que disfruto debe tener un mensaje a la vida un homenaje y del arte ser su fruto, como un eterno tributo a lo noble del humano a su laboriosa mano cuando la tierra cosecha lo mismo que cuando estrecha sinceramente a su hermano.

Debe servir la canción para promover la paz y que también sea capaz de la más tierna emoción, que nos llame la atención por ser dulce y melodiosa jamás banal y ruidosa o que incite a la violencia con la habitual insolencia repetitiva y tediosa.

Ser la voz de pensamientos a dúo con la razón el cantar de un corazón ajeno a resentimientos, un coro de sentimientos enmarcado en melodía a la luz del mediodía o de la luna en la noche bajo el estelar derroche que del cielo descendía. 

Son las notas musicales antídoto del tormento espiritual alimento cual manjares celestiales, tan vitales y esenciales como el aire al respirar que nos motiva a inspirar en un remanso de calma porque le hace bien al alma el oír y suspirar.