(1 de 2)
Los últimos acontecimientos vividos por la humanidad, unidos al conocimiento sobre la situación del mundo, nos han dado a conocer la triste noticia, que ya sabíamos, pero todavía nos negamos a aceptar que es la fragilidad de todo lo que nos rodea, el planeta y nosotros. En esto la experiencia vivida del covid-19 ha venido a corroborar la fragilidad en que nos movemos. La Iglesia también exhibe visos de fragilidad, en los muchos escándalos que en ella se han suscitado, como los de pederastia, que comenzaron a destaparse en el mundo entero, se ve y se sufre la fragilidad de la institución eclesial.
Ante ambas fragilidades dirigimos nuestra mirada en este septiembre, Mes de la Biblia, buscando pistas, caminos y luces para poder seguir nuestras vidas en medio de estas fragilidades que vamos sufriendo y que van desgastando nuestra existencia, pues como el ave fénix, deseamos emprender vuelo a partir de nuestras cenizas.
En el Antiguo Testamento se nos habla de Dios como Roca, peña, peñón, los términos hebreos para identificar esta realidad de Dios son: selá y tsur equivalen a roca, peña u otro significado cercano a estas equivalencias. En pasajes del Antiguo Testamento aparece la definición de Dios como Roca, sobre todo en los Salmos. La Roca es lo sólido contrario a lo débil, frágil, vulnerable.
Ya desde Deuteronomio 32, 4, se nos dice: “Él es la Roca, su obra es consumada, pues todos sus caminos son justicia. Es Dios de lealtad, no de perfidia, es justo y recto”, en 2 Sam 2,2: “No hay Santo como Yahvé, (porque nadie hay fuera de ti), ni roca como nuestro Dios”, y en Isaías 17,10 “Porque olvidaste a tu Dios salvador, y de tu Roca defensiva no te acordaste; por eso plantabas plantíos deleitosos, y de mugrón extranjero los sembraste”, Isaías 26,4 “Confiad siempre en Yahvé, pues Él es nuestra Roca eterna”, sigue diciendo el profeta en 44,8: “No tembléis ni temáis; ¿no lo dije y lo anuncié hace tiempo? Vosotros sois testigos: ¿hay otro dios fuera de mí? ¡No hay otra Roca, yo no la conozco!»”, y Habacuc 1,12 nos recuerda: “¿No eres tú desde antiguo, Yahvé, mi Dios, mi santo? ¡Tú no mueres! ¡Para juzgar lo pusiste, Yahvé, oh Roca, fiscal lo nombraste!´´.
Pero como ya dijimos, serán los Salmos los que más proclamarán la realidad del Dios como Roca de Israel: Salmo 18,3: “Yahvé, mi roca y mi baluarte, mi libertador y mi Dios; la roca en que me amparo, mi escudo y mi fuerza salvadora, mi ciudadela y mi refugio”, 18,32: “Pues ¿quién es Dios fuera de Yahvé? ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?”, 18, 47: “¡Viva Yahvé, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios salvador”, 19,15: “Acepta con agrado mis palabras, el susurro de mi corazón, sin tregua ante ti, Yahvé, Roca mía, mi redentor”. 28,1: “A ti alzo mi voz, Yahvé, roca mía, no enmudezcas; pues si te callas seré igual que los que bajan a la fosa”, 31,3.4: “tiende a mí tu oído, date prisa! Sé mi roca de refugio, alcázar donde me salve; pues tú eres mi peña y mi alcázar, por tu nombre me guías y diriges”, 42,10: “Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué me olvidas?, ¿por qué he de andar sombrío por la opresión del enemigo?”, 62,3: “sólo él mi roca, mi salvación, mi baluarte; no vacilaré”, 62,7.8 ‘sólo él mi roca, mi salvación, mi baluarte; no vacilaré. En Dios está mi salvación y mi honor, Dios es mi roca firme y mi refugio”, 71,3: “Sé mi roca de refugio, alcázar donde me salve”, 78,35: “y recordaban que Dios era su Roca, el Dios Altísimo su redentor”, 89,27: “Él me invocará: ¡Padre mío, mi Dios, mi Roca salvadora!”, 92,16: “para anunciar lo recto que es Yahvé: «Roca mía, en quien no hay falsedad»”, 94,22: “Pero Yahvé es mi baluarte, mi Dios, mi roca de refugio;”, 95,1: “Venid, cantemos gozosos a Yahvé, aclamemos a la Roca que nos salva;”, 144,1: “Bendito Yahvé, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la batalla”.