Una, Santa, Católica, Apostólica… y Sinodal

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En el Credo profesamos las cuatro notas esenciales de la Iglesia. Pero el Conci­lio Niceno-Constantinopoli­tano (+381) no pretendió re­sumir toda la Eclesiología en esos cuatro atributos dogmá­ticos. La Iglesia tiene otras muchas características. Últimamente se viene subrayando una de gran importancia, la sinodalidad.

Desde los comienzos del Cristianismo los Apóstoles dirimieron los asuntos doctrinales y pastorales en “sí­nodo”. El término suele traducirse como “reunión”, y proviene de dos vocablos griegos, a saber “syn” que significa “juntos”, y “odos” que significa “camino”; por tanto “sínodo” sería “caminar juntos”.

El libro de los Hechos nos informa sobre un importante simposio que se celebró para esclarecer las relaciones de la Iglesia naciente con la religión de Israel. Algunos preguntaban si los gentiles tenían que asumir la ley judía para hacerse cristianos. Se reunieron en clima de oración, atentos a la voz del Espíritu Santo. La res­puesta se dio por medio de una carta: “Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponerles más cargas que éstas indispensables…” (Hech 15,28ss).

Los manuales de Historia de la Iglesia cubren los nu­merosos sínodos y concilios que se han celebrado a lo largo de los siglos. Algunos fueron convocados por obispos para la iglesia local. Las reuniones eclesiales de ma­yor calado las convocaba el Papa y se conocen como Concilios Ecuménicos. Los participantes eran mayormente obispos. Los sucesores de los apóstoles gozan del carisma de “gobierno” (1Cor 12,28), y les toca ser los maestros en cuestiones de fe y costumbres.

En tiempos más cercanos a nosotros los sínodos loca­les y universales han cobrado fuerza. Le debemos al Papa San Pablo VI la convocatoria del primer sínodo ge­neral en 1967; el santo Papa dispuso que fuesen trienales.

Además de esos sínodos ordinarios, que ya llegan a quince, los Papas han convocado tres sínodos extraordinarios, siendo el más recien­te sobre la familia. También ha habido once sínodos especiales para diferentes regiones del mundo; el último se tuvo en el 2019 y se centró en la Amazonía.

Aunque estos sínodos se siguen llamando Sínodos de Obispos, cada vez más han ido contando con la presencia de teólogos, peritos y hasta observadores no cató­licos.

El próximo Sínodo Ordi­nario se reunirá en el 2023, y va a tener una minuciosa preparación. El tema anun­ciado es “Por una Iglesia ­sinodal: Comunión, participación y misión”. Lo novedoso es que este sínodo se desarrollará en tres etapas.

La primera etapa co­mienza el próximo mes de Octubre. El Papa Francisco llevará a cabo la apertura del evento los días 9 y 10 de octubre. Luego el domingo 17 de octubre cada obispo en su diócesis dará comienzo a los trabajos del sínodo a ni­vel diocesano.

Esta fase diocesana dura­rá hasta Abril del 2022. Se trata de que todos los católicos puedan ser consultados y hacer sus aportes. Los resultados de esa magna consulta serán enviados a la Secre­taría General del Sínodo, que redactará el documento que llaman siempre “Instrumentum Laboris”, que es la base para los trabajos sino­dales.

La segunda etapa se de­sarrollará entre septiembre de 2022 y marzo 2023. Se le llama Fase Continental. Tra­bajarán sobre el primer Instrumentum Laboris. Y habrá reuniones de conferencias episcopales. Las propuestas se enviarán a la Secretaría General del Sínodo con sede en Roma. Se procederá a hacer un segundo Instrumentum Laboris.

La tercera y última etapa del Sínodo es la Fase de la Iglesia Universal. Se reuni­rán en Roma los participan­tes en Octubre 2023. Ten­drán en sus manos el segundo Instrumentum Laboris, y los trabajos se realizarán según lo estipulado en la Constitución Apostólica “Episcopalis Communio” de 2018.

El Papa Francisco desea que en todas las etapas del Sínodo se active el carisma que San Pablo llama “discernimiento de espíritus” (1Cor 12,10). Insiste el Pon­tífice en que se eviten los debates de corte parlamentario, donde cada político lleva adelante su agenda partidista. En los sínodos se busca la voluntad de Dios mediante el discernimiento, que es un modo de oración.

Todo sínodo se desenvuelve “cum Petro et sub Petro”. Son asambleas consultivas, no deliberativas. El Papa, como Pastor Univer­sal, se reserva la última palabra, pero quiere que muchos tengan las penúltimas y antepenúltimas palabras.

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