Cuando comenzó la guerra en Ucrania comenzó a volar en las redes el mensaje de Fátima, naturalmente muy exagerado. Aun así, estoy asombrado por el ángel de Fátima que se apareció y por el mensaje que dio a tres pastores hace 102 años. ¿Fue Miguel el arcángel? Probablemente conoceremos este misterio en el cielo. A finales de la segunda década del siglo XX, el nombre de un lugar, hasta entonces completamente desconocido, empezó a circular por el mundo. Se habló de tres niños pastores y apariciones marianas en Cova da Iría. En etimología griega, la palabra “iría” significa “paz”. Así, durante la Primera Guerra Mundial, María se aparece en el Valle de la Paz, pero primero, Dios envía al Ángel de la Paz a la tierra para preparar el terreno para las apariciones.

En la primavera de 1916, los tres pastores fueron a la propiedad de los padres de Lucía. Los niños fueron con las ovejas a la ladera de las montañas y se escondieron entre las rocas para protegerse de la lluvia. Era la primera vez que veían a un hermoso joven, más blanco que la nieve, tan transparente como el cristal, que decía: “¡No tengan miedo, yo soy el Ángel de la Paz! Oren conmigo. El joven se arrodilló, inclinó la cabeza hasta el suelo y repitió tres veces las palabras de la oración: “Oh Dios mío, en Ti creo, Te adoro, en Ti confío, Te amo. Te pido que perdones a los que no creen, a los que no Te adoran, a los que no Te aman, a los que no confían en Ti. ¡Así es como debes orar! Los corazones de Jesús y de María escuchan atentos vuestras oraciones”. Y se fue.

El misterioso joven aparece por segunda vez a finales de julio en el jardín de los padres de Lucía. También esta vez, anima a los pastores a rezar y llama al arrepentimiento y a la reparación de los pecados con los que la gente ofende a Dios. El ángel dirige estas palabras: “En cuanto puedan, hagan sacrificios a Dios, como acto de reparación por los pecados con que es ofendido y para la conversión de los pecadores. Así traerán la paz a vuestra patria. Yo soy su Ángel de la Guarda, Ángel de Portugal. Sobre todo, acepten y sométanse con sumisión al sufrimiento que Dios les enviará”.

La tercera aparición angelical tuvo lugar a finales de septiembre. En ese momento, los tres pastores cuidaban el rebaño en el jardín de los padres de Lucía. Mientras, rezaban el rosario y la oración que el ángel les había enseñado en el primer encuentro. Sor Lucía relata: “Notamos una luz extraordinaria sobre nosotros. Nos enderezamos para ver lo que sucedía y vimos a un Ángel que sostenía un cáliz en su mano izquierda; la Sagrada Hostia se cernía sobre el cáliz, de la cual brotaron gotas de sangre en el cáliz. De repente, el cáliz con la Hostia colgó en el aire. Después de orar y alabar, el Ángel se levantó de sus rodillas, tomó el Cáliz y la Hostia en sus manos. La santa Hostia  me dio a mí y  la Sangre del cáliz repartió entre Jacinta y Francisco, diciendo al mismo tiempo: “Recibe el Cuerpo y bebe la Sangre de Jesucristo, que es tan terriblemente ultrajado por la gente ingrata, hagan penitencia por   sus pecados y consuelen a Dios”.

Los ángeles nos enseñan a honrar y respetar la Eucaristía, y se regocijan en cada Santa Comunión que recibimos en estado de gracia. En cada santa Misa con ellos cantamos “Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo” y nos unimos al himno angélico cantado en los campos de Belén: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Sin embargo, el mensaje de Fátima no era sólo para Portugal, sino para toda la Iglesia y el mundo. Y san Miguel es a quien se le ha confiado el cuidado de toda la Iglesia de manera especial. Por eso, el Papa León XIII, escribió una oración a san Miguel y recomendó que se dijera todos los días al final de la Santa Misa.

No prejuzgamos que los niños de Fátima vieron por tres veces a san Miguel Arcángel. Pero tampoco tenemos motivos para negar esta verdad. Nos quedamos con la fe de que Dios usó a san Miguel, quien introdujo a los pastorcitos en el mensaje que pronto les dio la Señora de la Paz. Mensaje y herramienta por la cual lograremos la paz y se llama la Divina Misericordia. Comencemos pues, con profunda devoción la novena a la Divina Misericordia que comienza el viernes santo, pidiendo por la paz del mundo.

Padre Jan Jimmy Drabczak CSMA

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