Programa de atención ocular VHP-Misión ILAC Una apuesta por mejor calidad de vida para los pobres

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Médicos del Hospital de Ojos de New York y la Fun­dación Volun­teers Health Program (VHP) vienen cada año a la Misión ILAC, durante una semana, a pres­tar atención a los problemas de visión de niños y adultos pertenecientes a las comunidades donde la Misión ILAC tiene presencia a tra­vés de los Cooperadores de Salud Rural.
El servicio consiste en la medida de la visión, inicio de triage y evaluación para pacientes con visión limitada, ya por edad o por condición de salud, remisión a cirugía o aplicación de tra­tamiento. Los mé­dicos de VHP han atendido en ésta oportunidad a 1,001 pacien­tes de los cuales 237 pasa­ron por las salas de cirugías, principalmente para corrección de estrabismo, pterygium y cataratas.
El programa de atención ocular nació veinticinco atrás, cuando el P. Ernesto Fernández Travieso SJ., uno de los fundadores de la Misión ILAC, invitó a los esposos Robert y Darlenne Della Rocca a visitar los campos del Cibao en procura de que trajeran al país el mismo servicio de atención ocular que esta pareja de profesionales desarrollaba en otros países.
A lomo de mulo inició éste programa que se esta­bleció de manera permanente en nuestro país y consiste en una visita anual de ochenta voluntarios profesionales y técnicos que, durante una semana, trabajan en las facilidades de la Misión ILAC en el municipio de Licey, Santiago.
La ayuda a pacientes con dificultades de visión es uno de los programas que genera mayor alegría entre los pacientes que reciben el servicio. Recuperar la vista después de años de ver el mundo borroso es un acontecimiento de renovación en la vida de cualquier perso­na, más aún, en la vida de aquellos con ­limitaciones materiales que le impiden el acceso a la atención profesional en el mercado de salud.
Mónica de Jesús, pacien­te que reside en la comuni­dad de Sonador, Blanco Arriba, Tenares, refiriéndo­se al programa, expresa: ¨Noso­tros los pobres pasa­mos mucha ca­lamidad, yo no tenia esperanzas de re­cu­perar la vista, pero el año pasado me operaron un ojo y ayer me operaron el otro. Este programa es una bendi­ción de Dios para noso­tros los que no encontra­mos la manera de tener aten­ción de salud”.
El Dr. Araujo, oftal­mó­logo que viene desde Va­len­cia, España, lleva tres años regalándonos su saber como profesional volunta­rio, él nos dice: Este mun­do es finito, pero hay una for­ma de trascender a la finitud de uno mismo y eso se ma­ni­fiesta en las cosas que uno deja como concre­tiza­ción de las accio­nes de bien. No tiene sentido usar el conoci­miento solo para beneficio de uno, aunque tenemos el derecho de ha­cerlo, pero así no trascien­de. Venir aquí y compartir con toda esta gente lo que he aprendido es una manera de encontrar respuesta a esa inquietud; que al final te de­ja con una alegría enor­me, ya que en principio uno piensa que viene a dar y re­sulta que se lleva más de lo que trajo, tanto por la gratitud de la gen­te como por la satisfacción de haber ayudado a que muchos pue­dan tener mejor calidad de vida. El llamado de San Igna­cio de Lo­yola se hace eco en la práctica de la caridad manifiesta en este programa médico de atención ocular, y en todos los programas de la Misión ILAC, ellos cons­tituyen el modo de contri­buir, con amor y entusiasmo, a acompañar a nuestros hermanos siendo así. unos y otros, ¡Hombres y mujeres para los demás!

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