Esto me lo preguntó alguien la semana pasada, y es bueno, antes de dar la respuesta y algo más, que la celebración de septiembre como Mes de la Biblia, nace en nuestro país en ambiente protestante. Luego es que los católicos nos interesamos y unidos a otros países donde los católicos lo celebran, comenzamos a hacer presente está celebración, y agradecemos al Señor los maravillosos frutos que ha dado.

Volviendo a la pregunta y ya dando respuesta, partiendo de que la Biblia siempre ha sido el pilar y fundamento de la fe protestante, en estos ambientes se comenzó a celebrar a septiembre como Mes de la Biblia, porque fue el 26 septiembre de 1569 que Casiodoro de Reyna imprimió su traducción de la Biblia al castellano, en Suiza, la cual conocemos como la Reyna-Valera, pues luego Felipe Valera se encargó de revisarla. También se le llama “Biblia del Oso”, entonces en honor a este hecho se comenzó, en ambiente protestante, a celebrar a septiembre como Mes de la Biblia, pero en ambientes católicos se empezó su celebración tomando en cuenta el 30 de septiembre, que es el día en que se recuerda a San Jerónimo, quien en el siglo IV d.C. tradujo la Biblia desde los textos originales al idioma común de la época que era el latín vulgar, y por eso a su traducción se le llama “La Vulgata”.

Sobre San Jerónimo y su labor, vale resaltar que en el año 382 se trasladó a Roma. Aquí el Papa san Dámaso, conociendo su fama de asceta y su competencia de estudioso, lo tomó como secretario y consejero; lo alentó a emprender una nueva traducción latina de los textos bíblicos, por motivos pastorales y culturales. Después de la muerte del Papa san Dámaso, en el año 385 san Jerónimo dejó Roma y emprendió una peregrinación, primero a Tierra Santa, testigo silencioso de la vida terrena de Cristo, y después a Egipto, tierra elegida por muchos monjes.

En Belén, donde se quedó hasta su muerte, siguió desarrollando una intensa actividad: comentó la Palabra de Dios; defendió la fe, oponiéndose con vigor a varias herejías; exhortó a los monjes a la perfección; enseñó cultura clásica y cristiana a jóvenes alumnos; acogió con espíritu pastoral a los peregrinos que visitaban Tierra Santa. Falleció en su celda, junto a la gruta de la Natividad, el 30 de septiembre del año 419/420.

Basándose en los textos originales escritos en Griego y en Hebreo, comparándolos con versiones precedentes, revisó los cuatro evangelios en Latín, luego los Salmos y gran parte del Antiguo Testamento. Teniendo en cuenta el original hebreo, el griego de la Setenta —la clásica versión griega del Antiguo Testamento que se remonta a tiempos precedentes al cristianismo— y las precedentes versiones latinas, San Jerónimo, apoyado después por otros colaboradores, pudo ofrecer una traducción mejor:  constituyendo  así la llamada “Vulgata”, el texto “oficial” de la Iglesia latina, que fue reconocido como tal en el concilio de Trento y que, después de la reciente revisión, sigue siendo el texto latino “oficial” de la Iglesia. 

Agradecemos a San Jerónimo la obra que realizó en la Iglesia, unido a su testimonio de santidad, y por eso los católicos celebramos a septiembre Mes de la Biblia, y pedimos al Señor que por intercesión suya nosotros también amemos las Sagradas Escrituras y que como él hagamos que llegue a los demás, a ese pueblo de Dios que necesita este Libro que fue escrito para él, y para gloria y alabanza de la obra salvífica de nuestros Dios en nosotros.