Padre Darío Taveras, MSC, y La Casa Abierta

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Por: Osvaldo Reyes

Primera entrega

Para poder hablar con propiedad sobre La Casa Abierta, es necesario hacer referencia al Padre Darío Taveras y sus primeros mo­mentos como sacerdote de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús.

Darío Taveras fue ordenado por Monseñor Roque Adames como sacerdote de la Congregación de los Mi­sioneros del Sagrado Cora­zón de Jesús, en la enramada del Seminario San Pío X, el 16 de diciembre del año 1967. Al día siguiente, el domingo 17 de diciembre, el Padre Darío ofició su pri­mera misa en Licey al Me­dio, Santiago.

Esa primera misa fue ­ce­lebrada en la entonces iglesia vieja cons­truida por el Padre Cipriano Fortín, la iglesia donde nuestro siempre recordado y querido Fran, el padre de Rosa y Nide, era el campanero. Fran tocó la campana ese día para llamar a la misa con mucho más gusto, pues sabía que ese día la misa iba a ser celebrada por la pri­mera persona de Licey ordenada sacerdote, el Padre Darío Taveras, MSC.

Padre Darío Taveras, MCS

Rompiendo la tradición de entonces, el Padre Darío le encomendó a un laico, el señor José Enrique McDou­gal (EPD), propietario de Radio Amistad, pronunciar la homilía de la misa. Un joven de 16 años, y en esos momentos desconocido por la mayoría de los poblado­res de Licey, leyó la Epís­tola.

En el verano de 1968, el Padre Darío convocó a un buen número de jóvenes del poblado de Licey al Medio a una reunión en la Escuela Blanca Mascaró. En esa reunión, el Padre Darío nos planteó a los asistentes la necesidad de tener un local donde los jóvenes pudieran reunirse para conversar, practicar algún deporte y leer. Es bueno notar que en esos momentos no había en Licey un lugar que satisfi­ciera esas necesidades.

Desde el primer momento, el Padre Darío nos dijo que lo que él proyectaba (o soñaba) no era un club, sino algo diferente, que fuera abierto a toda la comunidad de Licey. Algo así como una casa abierta, comentaba. Palabras con poder má­gico, y todos fuimos cautivados por esas palabras. Así surgió el nombre y la idea de La Casa Abierta.

No recuerdo si el nombre surgió en la primera o se­gunda reunión que tuvimos. Sí recuerdo algunos nombres de los asistentes a la primera reunión: Narciso Hernández, Orlando Cara­ballo, Kerbing Bretón, Ber­narda Alba, Pedro Peña, Mario Ureña, Víctor Alba, William Alba, Yamil Filpo, Antonio José Fernández, Johnny Alba, Bernardo Bre­tón (aunque Bernardo no era propiamente de Licey, era parte del grupo que se reu­nía frente a la casa de Doña Mencía y Pepe Ureña du­rante las noches de esa épo­ca, a hablar). También estuvieron presentes, Susana Alba (EPD), Dominga Bre­tón (EPD), Mercedes Bre­tón, Dionis Fernández, y Luis José Pereyra, y creo que Fernando Fernández (EPD). Posiblemente se me estén escapando algunos nombres, pues casi toda la juventud de Licey de esa época se integró de una ma­nera u otra al proyecto de La Casa Abierta en los años si­guientes.

Recuerdo que en la pri­mera Directiva de La Casa Abierta fueron electos Nar­ciso Hernández, como Pre­sidente, Bernarda Alba, como Tesorera, y Orlando Caraballo, como  Vicepre­sidente. No recuerdo quién fue escogido(a) como Se­cretario(a), aunque me inclino a pensar que fue nuestra siempre querida y recordada Dominga.

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