En el sur de Italia, en Apulia, a una altitud de 850 metros sobre el nivel del mar, entre San Giovanni Rotondo y Manfredonia, se encuentra el monte de San Miguel Arcángel o Monte Sant Ángelo. Lugar que está asociado a la revelación de San Miguel.

Hacia el año 490, cuando un rico ganadero perdió el toro más hermoso de una manada, después de una larga búsqueda, el propietario finalmente encontró al animal arrodillado en la cima de la montaña, a la entrada de la gruta. Queriendo castigarlo, agarró enojado el arco y disparó. Sin embargo, cuando la flecha estaba cerca del animal, de repente se dio la vuelta e hirió al tirador. Atónito por lo sucedido, el granjero acudió al obispo quien ordenó tres días de oración y penitencia. Al tercer día, se apareció al obispo san Miguel Arcángel, quien le aseguró la santidad de este lugar donde los pecados humanos serían perdonados y las oraciones ofrecidas a Dios serían contestadas. Además, ordenó que el jerarca subiera allá, bendijera y dedicara esta gruta a san Miguel. Esto, sin embargo, lo pospuso en el tiempo.

Dos años más tarde, el jefe de la tribu bárbara germánica, Odoaker, quien destronó al último emperador romano, hizo sitiar a los habitantes del Siponte. Ante la inevitable derrota de la ciudad, san Miguel reapareció al obispo Lorenzo, quien previamente había orado y ayunado durante tres días con la gente del pueblo. Asegurando su apoyo, el arcángel ordenó un ataque inmediato contra los invasores. Señales y prodigios extraordinarios ocurrieron durante la larga batalla en la que los habitantes de la ciudad derrotaron a las abrumadoras fuerzas enemigas. En 493, el obispo Lorenzo y el pueblo fueron al monte Gargano para dar gracias por su victoria. Cuando se acercaron a la gruta, escucharon el canto de los ángeles. El obispo consultó al Papa y decidió cumplir el mandato del arcángel y consagrar la cueva. Entonces san Miguel dijo:

¨Abandona el pensamiento de bendecir la gruta, la elegí como mi morada y la consagré con mis ángeles. En ella encontrarás signos en la roca y mi imagen, altar, palio y cruz. Entra en la gruta y reza frente a mí. Mañana celebren el Santo Sacrificio por el pueblo y verán como yo mismo consagro este templo¨.

Al día siguiente, el obispo y los habitantes encontraron un altar de piedra en la gruta, cubierto con un paño sobre el que se elevaba una cruz. Según la leyenda, como señal de su presencia, san Miguel también dejó allí la huella del pie del niño. Desde entonces, la gruta ha sido llamada la ¨basílica celestial¨ porque es el único templo en la tierra que no ha sido consagrado por una mano humana.

La última vez que apareció san Miguel fue en 1656. En aquel entonces la peste hacía estragos en Italia. El obispo, viendo la amenaza que representaba la peste, se encomendó a san Miguel, pidiendo su intercesión. Así, en la sala del palacio del obispo se oyó un terremoto y apareció en la luz deslumbrante el arcángel, quien mandó a bendecir las piedrecitas que salían de la gruta y grabar las iniciales de un lado de la cruz y de otro los iniciales de su nombre – M A – Miguel Arcángel. Poco después, la ciudad y todos los que tenían la piedra bendita recuperaron su salud y la ciudad quedó libre de la peste.

Conscientes de todo tipo de amenazas, cuyo origen último es Satanás, y de la intercesión milagrosa del arcángel, fueron los santos que peregrinaron a este lugar a lo largo de los siglos. Entre tantos, san Francisco de Asís para obtener la indulgencia plenaria. Sin embargo, no se sintió digno de entrar en la gruta, por lo que besó el suelo sobre sus rodillas y talló el signo de Tau en la piedra. Su visita es conmemorada por un altar con una copia de esta piedra. También el santo padre Pío, que vivía a 25 km del lugar, cuando recibía a los fieles primero les preguntaba si ya habían visitado la Basílica de San Miguel, si la respuesta era negativa, los enviaba de vuelta y de nuevo los invitaba a su casa.Padre Jan Jimmy Drabczak CSMA

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