Al ayudar, el ángel no exige ni espera ninguna expresión de
sumisión, servicio, gratitud u otra recompensa. La ayuda y los
consejos que brinda son absolutamente gratuitos. A las palabras de
Juan el Evangelista, quien de rodillas le suplica y quiere adorarlo
sucedió así: “pero el ángel me dijo: « No lo hagas, yo soy un
servidor como tú y tus hermanos los profetas, y como todos los que
escuchan las palabras de este libro. A Dios tienes que adorar. »”
(Ap 22, 9).


Por tanto, el hombre debe amar a su ángel y no servirle, porque
sólo debe servir a Dios. El autor de la Carta a los Hebreos, escribe:
“Pues todos ellos no son más que funcionarios espirituales, y
reciben una misión para bien de los que recibirán la salvación”. (Hb
1,14). Claramente, sugiere que los ángeles fueron creados por Dios
para apoyar a los que creían en Jesucristo como Señor. Dado que
Dios en su sabiduría infinita así lo decidió, los creyentes realmente
necesitan su ayuda. ¿Pero podrían prescindir de ellos? No
sabemos.

En este caso las especulaciones que sí son o no son, son
injustificadas y desaconsejables, porque socavan la sabiduría de
Dios, que la razón humana es incapaz de penetrar. Teniendo en
cuenta la sabiduría de Dios, se debe suponer que si el hombre
pudiera realmente prescindir del apoyo de los ángeles, Dios no los
habría traído a la existencia. Si yo también pudiera prescindir de su
ayuda en el camino a Dios, no vendrían a brindar ayuda.

Sin embargo, dado que todo lo que Dios creó era bello, bueno y
necesario, también la existencia y acción de los ángeles es
necesaria. La fe, por lo tanto, nos muestra que dado que existen,
significa que un hombre no puede prescindir de su apoyo en el
camino hacia la felicidad eterna, a la cual los ángeles
amorosamente desean conducirnos.

Padre Jan Jimmy Drabczak CSMA

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