La Palabra alumbra a todos

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Estos días, muchos buscan una consigna, un consejo para vivir el año que inicia en paz y felicidad. Las lecturas de este domingo nos sacan de buscar lo mío a buscar lo de todos.

El libro del Eclesiástico 24, 1-4. 12-16, revela la creencia de Israel de ser el pueblo donde reside la sabiduría de Dios. Los judíos creyeron firmemente y con razón que la sabiduría unió su destino al pueblo de Israel. Y no pocos pensaron, equivocados, que la sabiduría era su propiedad exclusiva.

La sabiduría es uno de los atributos de la Palabra de Dios y según el Evangelio de Juan, “La Palabra era la luz verdadera que alumbra a todo hombre”. Hoy nos toca aprender como Israel, que la sabia Palabra de Dios es una luz para todo hombre y toda mujer, no es propiedad exclusiva de nadie.

Hay permisos, negocios, puertos, carreteras, empresas de camiones, proyectos comerciales, construcciones, acueductos y hasta fallos de la justicia, que llegan a ser realidad sin son apoyados por tal o cual grupito. Hay figuras públicas que lloran porque les quieren quitar el “barrilito”, es decir, constituirse en benefactores de posibles votantes con el dinero de todos. Sacudamos el yugo de los intereses particulares y exijamos que las decisiones principales de nuestra sociedad se tomen pensando en todos. Uno de los grandes aportes de la Iglesia Católica a la convivencia en sociedad ha sido colocar en primer lugar el bien común, antes que los intereses individuales.

Ojalá que en este año empezáramos a caminar la ruta difícil de lo mío a lo de todos. No progresamos como país, porque estamos tiranizados por coaliciones de intereses particulares.

Este nuevo año, Cristo, luz para todos, nos enseñe a pensar en todos. Ésa es la única ruta hacia la felicidad.

 

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