– La lectura es mi sustento –

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Noel Rodríguez Fernández: Ganador del Primer Lugar del 3er Concurso Décimas Espinelas 2023 de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña 

De Don Quijano se cuenta

que ya adicto a la lectura

abraza tal chifladura

que hasta ser otro se inventa.

Y aunque poco se alimenta

presume ser corpulento.

-Dime ¿cuál es tu sustento?

Sancho así lo interpeló

y el Quijote contestó:

-La lectura es mi sustento.

-¿La lectura? ¿Es una chanza?

La verdad que no comprendo.

¡Quién ha dicho que leyendo

nadie se llena la panza!

-Hermano Sancho, no avanza

el hombre que vive hambriento

si no es de conocimiento,

de justicia y de aventuras

yo me nutro con lecturas.

¡La lectura es mi sustento!

-¿Cómo piensa mantener

a su hermosa Dulcinea

dedicado a la tarea

simplemente de leer?

-¡Ay, Sancho, amigo,  hay que ver

que tú y tu noble jumento

tienen igual pensamiento

fruto de no haber leído

y si en cambio estoy nutrido:

la lectura es mi sustento.

-Los sueños y fantasías

mucho más caros que el oro

vivirán como un tesoro

por el resto de mis días.

Entre prosas y poesías

perdurará lo que siento

más allá del firmamento

del ámbito sideral

si un libro me hace inmortal

la lectura es mi sustento.

Emprenderé mi aventura

para aplicar lo leído

para en todo el recorrido

dar riendas a la locura.

Iré hasta la sepultura

pregonando cuanto siento

conquistando el firmamento

en cada nueva odisea

y en esa noble tarea

la lectura es mi sustento.

Hundido en su quijotismo

Sancho Panza lo escuchaba

al tiempo que se adentraba

en aquel mágico abismo.

Contagiado de heroísmo

dijo Sancho, muy atento:

-Que Dios bendiga el momento

en que me hizo acompañante

de quien dice a cada instante

la lectura es mi sustento.

De aquel caballero andante

escudero Sancho fue

y el mundo entero da fe

de ser buen acompañante.

Don Quijote en Rocinante,

Sancho Panza en su jumento

uno de  otro complemento

en perfecta analogía

pareja que repetía:

«La lectura es mi sustento».

Al final de su aventura

ya abandonado a la suerte

casi al borde de la muerte

lo fue a confesar un cura.

De su amor por la lectura

no mostró arrepentimiento

al contrario, muy contento,

cavilando repetía:

«Sigo vivo todavía,

la lectura es mi sustento».-