Mons. Freddy Bretón

A los tres días de ese evento, fui internado para la cirugía de una de las vértebras lumbares. Al entrar al qui­rófano se me acercó un amigo sacerdote a decirme: “El que barrió el piso contigo fue Fulano de Tal”. Se refería a un periodista de Santo Domingo que criticó acremente una simple frase sobre la corrupción que yo inserté en la homilía de la misa de toma de ­posesión. Al salir del quirófano, me llevaron a la sala contigua hasta que despertara de la anestesia. 

Mientras me sacaban de la sala, se supone que despierto, empecé a decir: “Fulano de Tal” (es decir, el nombre del periodista). Cuando mi hermana Taty oyó que yo seguía repitiéndolo, me dijo como si me lo recriminara: “¿Por qué estás tú repitiendo ese nombre?”. Ella no sabía lo que me ha­bía dicho el cura a la entrada del qui­rófano. Ahora yo, atontado todavía por la anestesia, seguía repitiendo in­conscientemente lo que escuché in­mediatamente antes de la operación.

A la clínica en Santo Domingo fue a verme Mons. Agripino Núñez, mi cuñado Ramón Urbáez, todos mis hermanos, el padre Julín Acosta y luego fue también el Ing. Manuel Estrella y esposa. Me visitó, además, Mons. Rubén González, actual obispo de Ponce,  P. R., acompañado por dos sacerdotes de Santo Domingo. Uno de éstos me dijo que no esperaba que yo iba a tomar medidas drásticas tan rápido. Se refería a mi primer decreto renovando toda la plana mayor de la Curia de Santiago. Le dije: “Se ve que no me conoces. Lo mío es friendo y comiendo”. Y todos se rieron, aunque yo sólo un poco. 

Durante los tres días que pasé en la clínica me llevaron la sagrada comunión el padre Israel Cravioto y otro hermano sacerdote.

A los dos días me pasaron de la clínica a la Casa María de la Alta­gracia, en Santo Domingo Este.  Allá recibí a algunas personas, entre ellas al Nuncio Jude Thaddeus Okolo. Tres días más, y otra vez volamos en heli­cóptero hacia Santiago. Mucha gente rezó por mí, y hasta quisieron visitarme, pero hubo que limitar las visitas, por el bien del paciente.

El 30 de abril del 2015, pocos días después de la operación, me fue dedicado un día y una calle en la XVIII Feria Internacional del Libro, en Santo Domingo. Delegué al P. José Joaquín Domínguez para que presentara mis excusas y recogiera el diploma entregado en el acto de dedicatoria, en el que pronunció unas sentidas pala­bras el escritor amigo Rafael Peralta Romero. 

Ya el Ateneo Dominicano, en San­to Domingo, me había entregado un diploma de reconocimiento. Fui a re­cogerlo personalmente el 26 de junio del 2014 y me encontré con muchas personas importantes. Tuve un breve diálogo con Marcio Veloz Maggiolo, gloria de las letras y las ciencias, re­cientemente fallecido. Fue la única vez que lo traté personalmente. 

También sostuve unas brevísimas palabras con el periodista Colombo, y ha sido mi único encuentro con él. Lo mismo me pasó con Servio Tulio Cas­taños, con quien sostuve más deteni­damente una agradable conversación. 

En este orden, diré que fui reconocido por la Academia Dominicana de la Lengua el 27 de julio del 2019. Y el 22 de octubre del mismo año me rin­dió un homenaje el Ateneo Amantes de la luz, de Santiago. En la placa en­tregada se lee: “Por su elevada creati­vidad lírica y profunda cosmovisión espiritual”. 

Ese mismo año, o el anterior, el Colegio De La Salle, de Santiago, me dedicó un conmovedor homenaje el día del poeta. En él, un gran grupo de niños y niñas recitó y coreó varias de mis poesías. Luego tuve un encuentro con los grupos de término del bachi­llerato, coordinado por la profesora Isabel Bretón Tineo.

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