Por: Isabel Valerio Lora, MSc.                     Email:isabelvlora@gmail.com

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo. 1:7

Cuando un  niño sustrae cosas de cualquier lugar, de la escuela, de la casa de amigos  incluso de su propia casa, se está en presencia de un robo, problema frecuente que amerita cuidado.

El robo en los niños es un trastorno psicológico en el cual se siente un  deseo o impulso incontrolable de robar cualquier tipo de objeto, incluso aquellos que no tengan ningún valor para ellos o que ni siquiera vayan a utilizar.

La conducta de robo en los niños está ligado a diferentes causas:

Cuando el niño se siente atraído por objetos que no posee y que sean llamativos (juguetes, útiles escolares, etc.), es normal que pretenda tenerlos, sin suficiente comprensión de que la forma que emplea para ello no es aceptada socialmente, o con la creencia de que puede violar las normas sin consecuencias mayores.

Por la incitación de los grupos de amigos o la influencia de malas compañías.

Cuando presenta problemas de autocontrol y le es imposible dominar el impulso de robar.

Para llamar la atención de sus padres debido a una situación problemática vivida en el hogar (abandono, falta de límites, hogares disfuncionales, padres periféricos, etc.)

Por copiar un modelo que han aprendido.

Para evitar que el robo se convierta en una costumbre se recomienda:

Observar a los niños cuando llegan a casa con objetos que no le pertenecen, especialmente los objetos que no tienen valor y pueden pasar desapercibidos.

No tratar al niño  como un delincuente, ya que psicológicamente le puede afectar de forma muy negativa.

Escuchar al  niño, ofreciéndole comprensión y confianza para hablar. Este es el primer paso para demostrarles que están a su lado y que van a ayudarle a superar estos comportamientos.

Para reparar el daño y que estas conductas no sean reiterativas, el niño debe asumir la responsabilidad de sus actos. Si los niega o los justifica, es posible repetirlos.

La terapia cognitiva conductual es el enfoque psicológico más recomendable para estos casos. Ya que ayuda a identificar los comportamientos o creencias negativas y reemplazarlos por positivas y saludables.

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