El Espíritu defiende, enseña y recuerda

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Despidiéndose de sus discípulos, Jesús les promete: “El Espíritu Santo, el Defensor, que enviará el Padre en mi nombre, será quien les enseñe y les vaya recordando todo lo que les he dicho” (Juan 14, 23 – 29).

Necesitamos un abogado defensor, porque a veces el tribunal de nuestra  conciencia desata mecanismos de autodestrucción. Por eso el Espíritu nos recuerda que “Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo” (1ª de Juan 3, 20).

Necesitamos un defensor, por­que el mal, representado en la Biblia como Satán, es un acusador que socava la capacidad humana de hacer el bien, para perdernos (Job 1 y 2). Satán ha sido siempre un “ho­micida y un mentiroso”. Pudiera enredarnos si nos falta un buen abogado (Juan 8, 44).

Para razonar con una cabeza ­serena. Jesús nos regla su paz en el Evangelio de hoy. “Mi paz les dejo, mis paz les doy: no se la doy como la da el mundo. Que no tiemble su corazón y se acobarde.”

Eso que llaman algunos “la paz de República Dominicana,” es una fachada engañosa, que oculta con­diciones de vida espantosas para un par de millones de ciudadanos.  No caigamos en la pasividad autocomplaciente. Siento la fuerza del Espí­ritu en este llamado de nuestros Obispos hace nueve años: “Son muchos los que perciben una cierta dejadez y parsimonia en el Poder Público y que echan de menos más dinamismo y acciones rápidas y eficaces ante los problemas que nos acosan.” (Mensaje, 27-II-10, No. 17).

Los cristianos estamos llamados a unirnos a toda la gente de buena voluntad que exige campañas en las que se ventilen propuestas concretas y no se conviertan en reinados de belleza, ni apuestas en peleas de gallos.

No andamos a la deriva, Jesús es la Palabra del Padre

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