Pbro. Isaac García de la Cruz

En las religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islamismo) el ayuno es uno de los pilares de su espiritualidad, más allá de las múltiples opciones que existen hoy, más cerca de la estética, que de la fe; sin embargo, la Cuaresma es el tiempo propicio para practicar sacrificios que llevan a los fieles a mostrar la disposición de la conversión y la preparación a un tiempo de gracia y bendición de Dios: en el caso del cristianismo, la Pascua de Resurrección de Jesucristo, que significa la renovación de toda la Creación.

Jesús había indicado cuándo habían de ayunar sus discípulos: “¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les sea arrebatado el novio; entonces ayunarán” (Mt 9,15). ¡Y así fue! Muy temprano, después de su muerte, el ayuno se hizo común entre los cristianos, como un método de ascesis y búsqueda de Dios, en la cual, abstenerse de comer, sobre todo aquellas cosas que más gustan, puede significar una vía hacia la práctica de obras buenas. De hecho, una de las costumbres es abstenerse del desayuno o permanecer todo el día a pan y agua el Miércoles de Ceniza y todos los viernes de Cuaresma, (Catecismo, 1249-1253). Pero, ¿qué sentido tiene ayunar?

El libro Pastor de Hermas (siglo I) al tratar el tema, nos regala al menos 3 dimensiones del ayuno, que responden a esta pregunta:

Dimensión humana: “No hagas maldad en tu vida, y sirve al Señor de puro corazón; observa sus mandamientos y anda en sus ordenanzas, y que ningún mal deseo se levante en tu corazón; sino cree en Dios. Entonces, si haces estas cosas y le temes y te abstienes de todo mal, vivirás para Dios; y si haces estas cosas, guardarás un gran ayuno, un ayuno aceptable a Dios” (Nro. 54).

Dimensión de la solidaridad: “Esta es, pues, la manera en que has de guardar este ayuno [que estás a punto de observar]. Ante todo, guárdate de toda mala palabra y de todo mal deseo, y purifica tu corazón de todas las vanidades de este mundo. Si guardas estas cosas, este ayuno será perfecto para ti. Y así harás. Habiendo cumplido lo que está escrito, en el día en que ayunes no probarás sino pan y agua; y contarás el importe de lo que habrías gastado en la comida aquel día, y lo darás a una viuda o a un huérfano, o a uno que tenga necesidad, y así pondrás en humildad tu alma, para que el que ha recibido de tu humildad pueda satisfacer su propia alma, y pueda orar por ti al Señor”.

Dimensión espiritual: “Así pues, si cumples así tu ayuno, según te ha mandado, tu sacrificio será aceptable a la vista de Dios, y este ayuno será registrado; y el servicio realizado así es hermoso y gozoso y aceptable al Señor. Estas cosas observarás, tú y tus hijos y toda tu casa; y, observándolas, serás bendecido; sí, y todos los que lo oigan y lo vean serán bendecidos, y todas las cosas que pidan al Señor las recibirán” (Nro. 56).

El ayuno es una herramienta de crecimiento, en todos los órdenes, a favor de la persona: permite la cercanía con Dios, procura hacer su voluntad, practicar la solidaridad, orar, expiar pecados y fortalecer la fe.

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