Mucho se habla de reformar la Policía Nacional, esto lo escuchamos por todos los medios de comunicación social tradicionales: radio, televisión y prensa escrita; también esto lo escuchamos en los nuevos y modernos medios que nos ofrece la ciencia y el conocimiento: Redes Sociales: canales de YouTube, Facebook, Instagram, Twitter, entre otras. Además, esto lo escuchamos en las distintas clases sociales: alta, media y personas de humilde conocimiento.  En todos los estamentos de nuestro país resuena este tema. Que, si es cierto que se hace necesario, no se logra de un día para otro.

Pienso después de haber escuchado y reflexionado el evangelio del segundo domingo de cuaresma ´´La Transfiguración del Señor´´, no solo la Policía Nacional debemos reformar.

Hay muchas cosas que debemos y tenemos que transformar. Pero todas ellas dependen de una que es necesaria y fundamental en la vida social, ecológica, familiar, humana y espiritual.

Hemos de cambiar o reformar el corazón de todos los hombres de este siglo XXI, hemos de decir como el profeta Jeremías ´´Señor cambia mi corazón de piedra y dame un corazón de carne´´, (Ez. 19,11). Cuando se dé un cambio del corazón, cuando se reforme el corazón de todos, cambiaremos y viviremos en una sociedad más justa y libre para todos.

Seremos más hermanos, más serviciales, sensibles, transparentes; viviremos no como lobos entre lobos, sino amándonos al estilo de Jesús Buen Pastor que fue capaz de dar su vida por sus ovejas.

En nosotros (nuestro país) y por qué no, en el mundo debe darse una verdadera y auténtica metanoia: una transformación profunda del corazón y de mentalidad. Pasar de lo negativo a lo positivo; de una vida pasiva, a una vida más activa y productiva. Un cambio de conducta que no es más que volver nuestro rostro a Dios.

Todos tenemos que reformarnos, desde los más grandes hasta los más pequeños, desde el más santo al más pecador.

Es hora de renovar el viejo hombre por un hombre nuevo como dice el apóstol Pablo. Es tiempo de mejorar, de convertirnos en mejores hombres, cristianos y ciudadanos desde el rol que nos toque desempeñar. ´´Cambiemos el corazón y todo cambiará´´

-Pbro. Antonio Villavicencio Martínez. Párroco de la parroquia San Juan Pablo II. Ejecutivo – Los Altos de Friusa, Bávaro.

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