Conferencia Episcopal Haitiana describe el horror que sufre su pueblo Hace 40 años, San Juan Pablo II estuvo allí

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TraducciónMensajeCEH/9-3-2023

Queridos hnos.y hnas.en Cristo.

Queridos Conciudadanos.

Il faut que quelque chose change ici!(Papa Juan Pablo II, Puerto Principe/9-3-2023).

1. El 9 de marzo 1983, durante la visita del Papa a Haití, Pueblo que entonces se levantaba contra el yugo se la dictadura, el Papa Juan Pablo II lanzó un grito profético que hizo eco en la voz de los Obispos de Haití. Para ese mismo tiempo, en efecto, la Conferencia Episcopal había elegido como tema del Congreso Eucarístico celebrado para la ocasión: “Algo debe cambiar aquí”.

Aprovechamos esta oportunidad para dirigirnos a ustedes, queridos hermanos y hermanas haitianos, porque les queremos y nos preocupa su situación. Hoy hablamos, no para alimentar la melancolía  de muchos, sino porque amamos  nuestro país tanto como lo aman ustedes. Somos conscientes de su cansancio, de sus frustraciones, de todo lo que les amenaza y les impide vivir. Y también somos conscientes de las expectativas y de los cambios profundos que están viviendo. No somos indiferentes ni insensibles frente a todo eso. Estamos conmovidos (chocados) por las situaciones de miserias y exclusión que muchos de ustedes viven en este país.

A pesar de sus heridas y limitaciones, la Iglesia Católica en Haití, no cesa de caminar con ustedes.

Todo lo a toca a la vida de ustedes  toca el corazón de la vida de esta Iglesia: sus alegrías y esperanzas, Us tristezas y angustias, especialmente las de los pobres, los que sufren. Todo lo que ustedes experimentan encuentra eco ella (cf. *Gaudium et Spes,.# 1).

Hoy hablamos porque, sencillamente, somos parte del pueblo, pues, como ciudadanos y cristianos, no podemos ignorar lo que afecta a la.vida de nuestra sociedad haitiana. ¡Haití nos pertenece a todos!. Hoy, la situación de nuestro pais nos impulsa a retomar el mismo mensaje del Papa Juan Pablo II : Il faut que quelque chose change ici!=  ¡Algo tiene que cambiar aquí!.

2. Ante la actual dura realidad, caracterizada por un poder autocrático que oprimía a los ciudadanos, la Iglesia tuvo que proclamar el Clamor de este pueblo que tanto anhelaba una sociedad libre y Democrática. Pero, el cambio de régimen político que se produjo poco seguido de la visita del Santo Padre, no llenó las esperanzas del pueblo, cuyas expectativas se vieron defraudadas. A medida que psaban los años, más se desintegra la unidad patriótica que había vencido al régimen despótico dando paso a la división. A esa situación le siguió incesantes rencillas internas, lo cual dio lugar a un mal gobierno que brillaba por la impunidad, la injusticia, la excesiva desigualdad, la corrupción, la violencia, etc. Con el tiempo, esas deficiencias que  han devenido en un sistema, congregan todo el cuerpo social y erosionan la condiciones de vida de nuestros hermania y hermanas, muchos de los cuales viven en la más absoluta pobreza.

3. Durante los últimos años, hemos asistido a una ingeniería del mal, orquestada a la libre, con la finalidad de dar al traste (romper) con todos los cimientos (resortes) que todavía sostienen partes de las bases de nuestra sociedad. La violencia sistematizada y planificada desafía a las autoridades y a la fuerza pública. Las bandas armadas, sin el menor riesgo a inquietarse, reivindican sus abominables crímenes: robos, violaciones, saqueos, incendios, secuestros, asesinatos. Multiplican sus demostraciones de fuerza en todas las partes del país, cada día, ocupando nuevos espacios ante la mirada impasible de las autoridades, cuya indiferencia e inacción son más que desconcertantes. ¿Cómo es posible que los gobernantes que supuestamente deben defender y proteger a los ciudadanos, de muestren tan pasivos ante una violencia tan cruel que hunde  a toda la sociedad en la angustia y la desesperación colectiva?: qué resuene en sus oídos y en sus corazones el grito de todo un pueblo : ¡Il faut que quelque chose change ici!=  ¡Algo tiene que cambiar aquí! ¡ Y tiene que ser ahora!. Ya no podemos registrar-contar todas las acciones y crímenes cometidos por estos bandidos, cuya cantidad crece de forma exponencial

.En el país, ya no queda ningún lugar seguro para vivir. Para salir y retornar a sus casas, los ciudadanos quedan a merced de bandas armadas que imponen sus reglas.

4.Ante la indiferencia total y la inacción de las.autoridades del Estado, hasta el punto del desprecio que sufre la población, la cual se confía a las promesas cada vez más defraudada de los países amigos, algunos llegan a preguntarse si el país no es objeto de una gran conspiración de objetivos inconfesables. Está claro que solo no podemos luchar contra este mal que ha echado tantas raíces en nuestro país. En nombre de la Solidaridad internacional y de la fraternidad universal, la Sociedad de Naciones debe actuar en un momento  en que todo el pueblo está expuesto al terror de las bandas que  no perdonan ni a las mujeres, ni a los niños, ni a los enfermos. Ha llegado la hora de la acción concreta. La ayuda que hoy necesita nuestro pueblo debe estar definida por lo que realmente está viviendo y por sus propias aspiraciones de bienestar y justicia. El camino hacia la recuperación de Haití es el de la fraternidad y la amistad sinceras.

5. Como Cristo Resucitado en el camino de Emaus, la Iglesia se propone despertar las conciencias y los corazones, y renovar la Esperanza a la luz del Evangelio, que es un Mensaje  de Paz y de Amor. Por ello, queridos ciudadanos les hacemos un llamado de retorno a la Paz, a la Fraternidad y al Respeto de la vida, que es sagrada. El gobierno del país debe tener  cuenta el Bien Común y el interés colectivo,  neutralizando cualquier tentación de buscar intereses personales   o de clan. Este es el camino  real que conduce a una sociedad abierta

a la participación de todos sus ciudadanos, a través de mecanismos consensuados. Por ello, apelamos a la sensatez de los gobernantes para que implementen un  clima de confianza capaz de atraer a las diversas corrientes a un diálogo franco que coloque al país por encima de cualquier consideración  de camrillas. Les instamos a actuar con rapidez antes de que  sea demasiado tarde.

Hacemos un llamado a la conciencia de todos aquellos que financian y mantienen, cinicamente, esta violencia. Sus vidas y las de sus seres queridos son sagradas, y sepan que cada vida es igualmente valiosa. La vida de cada uno de nosotros no tiene precio (es incomercial). Escuchen lo gémidos de innumerables personas inocentes  que les piden que paren el terror. Les imploramos que detengan la violencia que asfixia a nuestros niños y destruye a nuestros hermanos y hermanas haitianos. Por su parte, las victimas deben obtener justicia y reparación: ¡El Pueblo ya está harto! ¡Ya no aguanta más! Ya es hora de que algo cambie de verdad en esta tierra a favor de este pueblo despreciado, humillado y violado. Ya es hora de que “todos los pobres vuelva a tener esperanza” (San Juan Pablo II).

6. Confiando el pueblo sufriente de Haití a Jesucristo, que Él mismo conoció el sufrimiento y las pruebas hasta la Cruz, le pedimos la gracia de la Esperanza, para seguir creyendo en la salvación de este país y trabajar por ella con todas nuestras fuerzas y todo nuestro corazón.

7. ¡Qué la Santísima Virgen María interceda por nosotros, par que esta trágica situación, sin precedentes, tenga un final feliz, a través del diálogo y la reconciliación! ¡Qué Dios les bendig a ustedes y a Haiti!

Dado en la sede de la CEH, el 9 de marzo de 2023, en el 40⁰. Aniversario de la Visita de San Juan Pablo II a Haití.

Traducción libre (Julin, 12-3-2023).

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