Carta Pastoral. Escuchar y acompañar a los jóvenes en un proceso de discernimiento

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Introducción

  1. La Iglesia que peregrina en la República Dominicana cada año celebra con gran devoción la Solemnidad de nuestra Señora de La Altagracia, protectora del pueblo dominicano, arraigada en nuestra tradición, nuestra cultura y nues­tros corazones. Con motivo de esta celebración, en nuestra condición de pastores, dirigimos una carta Pastoral a todo el Pueblo de Dios. Este año 2019 celebra­mos en Panamá la Jornada Mundial de la Ju­ventud y recibimos con alegría el do­cu­mento Final del Sínodo de los Obispos 2018 sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Nos anima María, una joven mujer que creció con la ilusión lógica de su edad, compartió la esperanza de su pueblo en las promesas de Dios y se comprometió con el plan de salvación de toda la humanidad al aceptar ser la Madre de Jesús, nuestro Salvador.
  2. En esta Carta Pastoral nos proponemos hablar a los jóvenes desde su realidad, discernir desde la Palabra de dios su vocación y presentar algunas orientaciones prácticas para acompañarlos en su camino de fe en Jesucristo, invitándoles a que juntos con nosotros, se comprometan a rea­lizar nuestro Plan Nacional de Pasto­ral en su segunda etapa (2019-2028).

PRIMERA PARTE:

LA SITUACIÓN ACTUAL

DE NUESTROS JÓVENES

Definamos lo que entendemos por juventud

  1. Teniendo en cuenta el tema del Síno­do de los Obispos, consideramos a los jóvenes como aquel grupo de personas con edades comprendidas entre los 15 y 29 años, el cual constituye una cuarta parte de la población total del país1, es decir, que suman 2.8 millones de personas.
  2. La juventud es una fase de la vida que cada generación reinterpreta de un modo único e irrepetible. “Es también una actitud ante la vida en una etapa no definitiva sino transitoria”.2 Quien es joven hoy vive la pro­pia condición en un mundo diferente al de la generación de sus padres y educadores. Es una etapa de experiencias, variaciones, esperanzas y mie­dos que se alternan, a través de la cual se articulan e integran todas las emociones relacionadas con esa etapa. La juventud se caracteriza por ser un tiempo privilegiado en el cual la persona toma decisiones que determinan su identidad y el curso de su existencia, quiere “ser alguien” en la vida, “ser un aporte” para la sociedad y “dejar un legado” a las ge­neraciones venideras.
  3. La juventud es un conglomerado múltiple, no homogéneo; “en muchos aspectos es correcto afirmar que exis­te una pluralidad de mundos juveni­les, no sólo uno”3; que están conformados por diferentes capas o subgrupos con estilos de vida, valores, nece­sidades, aspiraciones y expectativas diferenciadas, pero que, al mismo tiempo, comparten también aspiracio­nes comunes que les confieren identidad como grupo social.

Los grandes valores de nuestra juventud dominicana

  1. Nos acercamos al mundo juvenil, tratando de descifrar algunas de sus características principales y relevantes, sin pretender abarcarlas todas y siempre con una visión pastoral. Sin duda, nuestros jóvenes son parte del mundo de hoy, marcado por la rapidez de los cambios y la incertidumbre que generan. Vivimos en una época que algunos pensadores han denominado como la “sociedad del riesgo”4 o de la “modernidad líquida”5; es decir, donde todo cambia, todo fluye, la so­ciedad no conserva su forma por mu­cho tiempo, si no que está constantemente dispuesta a cambiar, “donde se da una crisis del ambiente y crece el sufrimiento de los excluidos”6. Ese contexto puede ser una amenaza, pero también puede mirarse como una oportunidad.
  2. A la luz del Evangelio entende­mos a los jóvenes como protagonistas de su propio crecimiento. Los valora­mos como artífices responsables en la construcción de una sociedad sosteni­ble y espiritualmente sana, acompa­ñados y estimulados por el testimonio y la experiencia de los mayores, a quienes exigen autenticidad, sencillez y coherencia. La juventud se caracte­riza por su actitud de inconformismo que lo cuestiona todo,7 por su capacidad de creatividad con respuestas nuevas al mundo en cambio, el cual aspira a mejorar siempre como signo de esperanza. Su aspiración personal más fuerte y espontánea es la libertad.
  3. Los jóvenes han ejercido un gran protagonismo a lo largo de la historia del pueblo dominicano. Nuestra República nació por las ideas e iniciativas de Juan Pablo Duarte y un grupo de jóvenes, los trinitarios. Duarte, tenía 25 años de edad; Juan Isidro Pérez, 21; y Pedro Alejandro Pina había cumplido solo 18 años. El ansia de libertad y la lucha por la Pa­tria hicieron eco en los Restauradores, destacándose la joven figura de Gre­gorio Luperón, que se distinguió por su intrepidez, valentía y arrojo. En estos dos momentos de la historia do­minicana, los jóvenes han jugado un papel determinante en la construcción de nuestra Nación.

El siglo XX se caracterizó por una generación de jóvenes marcados por los grandes ideales de la época, de cambios sociales, de libertad y demo­cracia; esa fuerza juvenil era sensible ante la desigualdad social, la injusticia y la opresión.

“Los jóvenes, por su frescor e ­idealismo característicos, tienen el em­puje y el espíritu creativo para im­pulsar procesos participativos de cambio político y social a favor del bien”.8

  1. Reconocemos el valor, heroísmo y sentimiento patriótico de muchos jóvenes que han contribuido con el sostenimiento y desarrollo de la de­mo­cracia de nuestro pueblo. También valoramos el aporte de tantos jóvenes que se han destacado en las artes, el deporte, el ámbito empresarial y edu­cativo, convirtiéndose en líderes y re­ferentes a nivel nacional e internacio­nal. Es admirable el esfuerzo que ha­cen tantos jóvenes que en medio de las precariedades económicas viven dignamente, trabajando y estudiando, buscando superarse para alcanzar la meta que desean y ayudando de esta forma a sus familias. De igual forma, es esperanzador ver el espacio que han ido conquistando en nuestra so­ciedad los jóvenes emprendedores, empresarios y profesionales.9
  2. Nos satisface la integración de jóvenes de capacidades especiales en las diferentes actividades sociales, culturales y deportivas. En la vida de muchos jóvenes, el dolor marca el cuerpo y también el alma de una ma­nera impredecible e incomprensible, lo que puede, a veces, apagar su espe­ranza. Estos jóvenes especiales nos muestran con su fuerza de voluntad cómo superar los límites de la vida y en ellos descubrimos una gran belleza humana y un gran amor al valor de la vida. Reconocemos el aporte social y humanitario de muchas instituciones y organizaciones sin fines de lucro que dedican tiempo y recursos a la promoción y el acompañamiento de estos jóvenes, con la certeza de que todavía se puede hacer más por ellos.
  3. Actualmente la población jo­ven tiene mayor nivel educativo y está involucrada en procesos de aprendizajes pertinentes, con capacidades de innovación y manejo de las tecnologías de información y comunicación.10 Son cientos de miles los jó­venes que aspiran a ingresar en el mer­cado de trabajo laboral y a través de la obtención de un empleo e iniciar su proceso de integración en el mun­do laboral; sin embargo, la tasa de de­sempleo se mantiene.11
  4. La tasa de analfabetismo de los jóvenes con edades entre 15 y 24 años ha descendido de 5.3% en el año 2000, a 1.7% en el año 2016. Nos preocupa que, a pesar de los evidentes esfuerzos que las autoridades del Ministerio de Educación vienen de­sarrollando, la tasa neta de cobertura12 de la educación secundaria fue de un 69.9%13 en el año 2017, lo que signi­fica que aún nos encontramos a una considerable distancia de la meta de universalización en este nivel educativo.
  5. La actitud de soñar, desear y proyectar una vida digna en el caso de este grupo de la población dominica­na se ve seriamente menguada, lo que puede llevarle a realizar actividades disfuncionales o ceder a la tentación de optar por la manera más rápida de obtener dinero y recursos que le proporcionan el tráfico de drogas, u otras actividades ilícitas y la prostitución. Muchos optan por la emigración a países desarrollados sin estar debidamente preparados para ciertos desa­fíos que exigen otras culturas.

La violencia y la muerte de jóvenes

  1. En nuestra patria la mayor tasa de muertes por causas externas se re­gistra en la población joven, por causa de accidentes de tránsito,14 ho­micidios y suicidios.15 Es muy alarmante que en los últimos años haya crecido el número de suicidios, especialmente de adolescentes y jóvenes, por lo que debemos prestar más atención a estos hechos.
  2. La violencia es un fenómeno multicausal que se manifiesta en el propio hogar del joven, en la escuela y el barrio, así como en el uso inadecuado de medios de comunicación y redes sociales, entre otros. Si los niños y jóvenes se desarrollan en un ambiente de violencia familiar, cuando sean adultos, con mayor probabi­lidad, replicarán ese modelo. A esto se añade la creciente desigualdad y exclusión, la corrupción, el tráfico de drogas, la sexualidad desordenada que lleva a un grave deterioro moral y la ausencia de adhesión a valores hu­manos y cristianos, como factores determinantes que merecen una especial atención.

Comunicación y cultura de los jóvenes

  1. Los jóvenes forman parte de la generación hiperconectada; es decir, tienen acceso a las modernas tecno­lo­gías de comunicación y con ellas al denominado “mundo virtual”, que ofrece grandes posibilidades de desa­rrollo personal, pero que al mismo tiempo puede implicar grandes riesgos, como la imposición de un pensa­miento único en desmedro de la identidad local y de nuestros más preciados valores, al servicio de intereses económicos y de poder de unos pocos.
  2. Vemos con preocupación que amplios segmentos de nuestra pobla­ción joven muestren a altos niveles de apatía, displicencia, ausencia de apasionamiento, devoción y temor en participar de las luchas para la cons­trucción de un porvenir colectivo de paz, de dignidad y de libertad demo­crática. Nos preguntamos: ¿a qué se debe esa aparente actitud de apatía y desinterés en los problemas colectivos?

¿Han perdido nuestros jóvenes la confianza en las diferentes instituciones? ¿Qué razones tendrían mayor peso en la pérdida de confianza por parte de los jóvenes en nuestras instituciones, como por ejemplo las del sistema político?

Los jóvenes y la vocación

  1. Cuando hablamos de vocación no es solamente sinónimo de sacerdocio o vida religiosa, sino que es una llamada de parte de Dios a un servicio, a través de un estilo de vida en el matrimonio, el sacerdocio, la vida consagrada y el ejercicio de una profesión, lo cual implica un discer­ni­miento para brindar un mejor servicio a la sociedad. Lamentablemente, a muchos se les hace difícil encontrar un espacio para su opción de vida. Pensemos en quienes viven en situaciones de pobreza y exclusión, en los que crecen sin padres o familia, o no tienen posibilidad de ir a la escuela, o en los jóvenes desempleados, abandonados y emigrantes, así como otros que han pasado directamente de la in­fancia a la edad adulta con una carga de responsabilidades que no les ha permitido elegir.
  2. Este ambiente social en que viven muchos de nuestros de nuestros jóvenes, en el que no encuentran espacio ni estímulos, y al deseo de no soñar, que lleva a no pocos a la pasi­vidad, a una excesiva preocupación por su propia imagen y a un dócil conformismo respecto a las modas del momento.
  3. Sin embargo, son muchos los que van descubriendo nuevos ideales que les llevan a dedicarse, incluso con dificultades, a prepararse bien en las distintas profesiones. Destacamos en­tre ellos la gran cantidad de jóvenes universitarios que existen en el país, así como los miles de estudiantes en las distintas carreras técnicas, y los hijos de dominicanos e hijos de estos en el extranjero, que se están formando en las distintas profesiones, lo cual indica que caminamos hacia un futuro promisorio.

SEGUNDA PARTE:

DIOS LLAMA A LA JUVENTUD

A SU PLAN DE SALVACIÓN

  1. A lo largo de la historia de la salvación descubrimos diferentes actitudes del Señor con los jóvenes que pueden ayudarnos en el momento de escuchar, discernir y acompañar a los jóvenes en su fe y en su proceso vocacional. Dios hace amistad con la juventud y la acompaña a realizar su plan. Se trata de una amistad al servicio de la salvación integral.
  2. Tomamos como ejemplo la historia de José (Gen 37-50). El texto lo describe como un joven trabajador, afectuoso, respetuoso de Dios, con in­teligencia administrativa y un visio­nario. El favor divino nunca se apartó de él, por lo que pudo vencer todas las dificultades para llevar a cabo la mi­sión que Dios le encomendaba. En esta historia podemos ver a un Dios que invita a todo joven a confiar en que de toda dificultad puede sacarse una bendición.
  3. Ante una etapa de profunda esclavitud en Egipto, Dios mueve la intuición divina a poner los ojos en Moisés (Éxodo 2,11-21): Un joven consciente de sus orígenes al que se le encomendó ser el instrumento para liberar a su pueblo. La confianza en Dios le ayudó a poder cumplir su mi­sión. Así todo joven está llamado a confiar en Dios, sin importar lo gran­de y difícil que Dios le pueda pedir.
  4. A través de los jóvenes Dios muestra su misericordia hacia los más pobres y débiles. Esto lo podemos ver en la vida de Rut, una joven, moabita/extranjera (Rut 1,4), pobre, viuda, que se compromete a cuidar a su suegra Noemí. La historia de salvación está clara en este relato: esta joven re­cuerda a la humanidad que la bendición de Dios está en medio de su pue­blo. Dios está con los jóvenes y los jóvenes le demuestran a Dios que no se equivoca al confiar en ellos.
  5. En la llamada de Dios a Samuel encontramos otro ejemplo inspirador para los jóvenes en su proceso vocacional. Dios llamaba al joven Samuel pero él no podía distinguir bien su voz, aunque se mantenía en permanente actitud de escucha. Del mismo modo, todo joven está llamado a ir descubriendo el designio de Dios en su vida.
  6. En Jeremías vemos una llamada particular: “Antes que nacieses, te conocía y te había consagrado profeta” (Jer.1,5b). Aquí vemos como la mirada de Dios sobre la persona está presente ya desde el vientre de la madre.

Posteriormente escuchando la voz de Dios Jeremías aprende a distinguir entre la grandeza de quién le llama y para qué. Ante su propia pequeñez él resuelve poner excusas: “no sé ex­pre­sarme, soy un muchacho” (Jer.1,6).

La etapa juvenil de Jeremías queda autorizada y legitimada en el momento en que el Señor extiende su mano y le toca la boca (Jer.1,9), lo cual significa en la Biblia que capacita a toda la persona para la misión profética.

  1. El Señor pone en manos de los jóvenes su proyecto de salvación como lo hizo con la joven María. El haber puesto los ojos en una joven campesina para ser “Madre del Sal­vador” puede parecer escandaloso. Dios deposita tamaño proyecto salvífico en manos de una jovencita que se describe a sí misma como ‘Sierva del Señor’ (Lc 1,38.48), es ‘humilde’ (Lc 1,52), ella misma se reconoce ‘biena­venturada’, ‘feliz’, ‘dichosa’ (Lc 1, 42.48). con la participación de María en la historia de salvación Dios ha bendecido a todas las jóvenes, de todos los tiempos, con un extraordinario modelo a imitar.
  2. Dios elige como precursor de su propio Hijo al joven Juan Bau­tista. Él será “la voz que clama en el desierto” (Mt 3,3). El ser joven no le impidió realizar la misión que Dios le encomendaba. Los jóvenes también tienen que ser esa voz que clama en medio de la sociedad, denunciando los males de su ambiente, y con su conducta inviten a los demás jóvenes a preparar los caminos del Señor. El papa Francisco anima a la juventud a cambiar el sofá por un par de zapatos que ayuden, en el seguimiento de Jesús, a andar por caminos nunca antes soñados.16 Como ocurrió con Juan Bautista, Dios invita a la juventud a ser mensajeros de la esperanza.
  3. Jesucristo vivió como un joven en Nazaret. La juventud es una edad entusiasmante, por la cual Cristo mismo pasó, santificándola con su presencia. Se hizo niño para santificar a los niños; adolescente entre los adolescentes, para santificar a los que tie­nen esta edad, convirtiéndose al mis­mo tiempo para ellos en ejemplo de piedad, justicia y sumisión; joven en­tre los jóvenes para invitarlos a con­fiar plenamente en el Señor. En defi­nitiva, vino a salvar a todos aquellos que renacen de Dios.
  4. Unas palabras de Pablo dirigidas a Timoteo, joven misionero, que valen para los jóvenes de hoy: “Que nadie menosprecie tu juventud”, “Procura ser modelo para los creyen­tes, en la palabra y el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pure­za”, “no descuides el carisma que hay en ti”, “Vela por ti mismo y por la en­señanza” (1Timoteo 4,12-16). Este joven es uno de los más mencionados en las Cartas de Pablo y como uno de sus más fieles colaboradores.

TERCERA PARTE

TRES CAMINOS A SEGUIR

EN EL SERVICIO A LA JUVENTUD:

ESCUCHAR, DISCERNIR Y ACOMPAÑAR

  1. La Iglesia, en América Latina y el Caribe, animada por el concilio Vaticano II, ha hecho opción por la juventud, a la cual considera una “enorme fuerza renovadora”.17 Esto lo hace por vocación y no por táctica, ya que está «llamada a constante renovación de sí misma, o sea, a un incesante rejuvenecimiento”.18
  2. “La Iglesia confía en los jóve­nes”.19 Son para ella su esperanza. “La Iglesia ve en la juventud un verdadero potencial para el presente y el futuro de su evangelización. Por ser verdadera dinamizadora del cuerpo social y especialmente del cuerpo eclesial”.20 Los jóvenes deben sentirse que son Iglesia, experimentándola como lugar de comunión y participa­ción. Por esto, la Iglesia acepta sus críticas, porque se sabe limitada en sus miembros y los hace gradualmente responsables en su construcción hasta su envío como testigos y misioneros, especialmente entre la gran masa juvenil, convirtiéndose de esta forma en apóstoles de la juventud.21
  3. La Iglesia en República Domi­nicana, a lo largo de su historia, ha rea­lizado una amplia labor educativa en favor de los jóvenes; muchas congregaciones religiosas masculinas y fe­meninas desde la Colonia hasta nues­tro tiempo se han dedicado a la educación, haciendo un hermoso aporte a la formación humana, moral y espiritual de muchos jóvenes a tra­vés del cual han desarrollado su lide­razgo y descubierto sus talentos y ca­rismas; además, han aprendido a cultivar la fraternidad, el sentido de servicio y el amor al prójimo. Han sido muchos los que se han formado en centros educativos dirigidos por co­munidades religiosas y parroquias. Escuelas, institutos, universidades, seminarios y otros centros de formación han contribuido a la formación de generaciones de jóvenes que hoy realizan funciones importantes en el país, gracias a la formación en valores cristianos que se les ha transmitido allí, así como también en los grupos juveniles, mo­vimientos apostólicos, fraternidades, coros parroquiales, grupos de teatro y oratorios, entre otros.
  4. Entre las luces también hay sombras. Como Iglesia pedimos per­dón a los jóvenes y sus familias que se han visto afectados por cualquier antitestimonio de algunos miembros de nuestra Iglesia. Que debilidades de algunas personas de nuestra comuni­dad eclesial no les desanimen.

Que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder su confianza. La Iglesia es su madre, no les abandona y está dispuesta a acompañarles por caminos nuevos.22

  1. a) Escuchemos a los jóvenes
  2. Ante la incertidumbre en la fe y en la toma de decisión por una opción de vida, queremos ofrecerles a los jó­venes las herramientas necesarias para que puedan descubrir su auténtica vocación y así alcanzar su realiza­ción personal. En este proceso propo­nemos tres pasos fundamentales: es­cuchar, discernir y acompañar; un joven no puede alcanzar lo que aspira si no tiene quien le escuche, quien re­flexione con él y quien le acompañe en su camino, por eso los adultos y las instituciones educativas, sociales, po­líticas y religiosas deben poner la atención necesaria en este segmento de la población dominicana que es el presente y el futuro de la Iglesia y la sociedad.
  3. Escuchar significa prestar atención, deseo de comprender, valorar y respetar, la palabra del otro. Escuchar significa también ser capaces de compartir preguntas y dudas, recorrer un camino al lado del otro, liberarse de cualquier presunción de superioridad y poner humildemente las propias capacidades y los propios dones al servicio del otro.

Es quitarse las sandalias en el «te­rreno sagrado» del encuentro con el otro que me habla (cf. Ex 3,5). Saber escuchar es una gracia, un don que se ha de pedir para ejercitarlo en rela­ción con el otro, en este caso con los jóvenes.

  1. Escuchar a los jóvenes es el punto de partida no sólo para comprender su realidad, sino también para mostrarles cercanía, para estar en contacto con ellos, para expresarles cariño. Una escucha auténtica nos plantea importantes interrogantes ¿Somos realmente sensibles a la reali­dad de los jóvenes? ¿comprendemos sus necesidades y expectativas? ¿Es­tamos abiertos a su lenguaje? ¿Somos capaces de superar las distancias que nos separan de su mundo? Esto es po­sible comprenderlo a través de una escucha respetuosa y compasiva de las inquietudes de nuestros jóvenes, y para esto los adultos debemos ejercitarnos en el arte de escuchar.23
  2. Para saber escuchar a los jóve­nes debemos ser sensibles a la cultura y el lenguaje de ellos, mostrando inte­rés por la realidad en que se de­sen­vuelven: el mundo digital y las redes sociales, el deporte, la música, el tea­tro y el tiempo libre. Las exigencias de los jóvenes son muy diversas y por lo tanto es sumamente im­portante sa­ber escuchar a cada uno personalmente. Ellos piden ser acogidos como son.
  3. Hoy existe un gran vacío de comunicación, a pesar de la utiliza­ción de las redes sociales. Compar­timos informaciones, hacemos publicidad de nuestras vidas, pero es poco lo que realmente nos escuchamos unos a otros. Esto es muy común en muchos hogares en que los padres no han sabido crear espacios para escu­char a sus propios hijos en momentos determinantes de sus vidas, provocando desorientación y llevándolos a la toma de decisiones desatinadas.
  4. En concreto, escuchemos las voces de nuestros jóvenes que necesitan encontrar modelos atractivos, co­herentes y genuinos, testigos auténticos, hombres y mujeres que expresen con pasión su fe y su relación con Jesús, y al mismo tiempo que animen a otros a acercase, encontrarse y ena­morarse de Él.
  5. b) Discernir la vocación.
  6. El discernimiento es un término clásico de la tradición de la Iglesia, que se aplica a una pluralidad de situaciones. Es el proceso en que se toman decisiones importantes y co­rresponde a la dinámica espiritual a través de la cual una persona, un gru­po o una comunidad tratan de reconocer y aceptar la voluntad de Dios en situaciones concretas. Se pueden distinguir tres tipos de discernimiento de acuerdo con su objetivo: “un discer­nimiento de los signos de los tiempos, que apunta a reconocer la presencia y la acción del Espíritu en la historia; un discernimiento moral, que distin­gue lo que es bueno de lo que es ma­lo; un discernimiento espiritual, que tiene como objetivo reconocer la ten­tación para rechazarla y, en su lugar, seguir el camino de la plenitud de la vida”24.
  7. Como afirma el papa Francis­co: “La formación al discernimiento es urgente pues nos ayuda a escuchar, a reconocer y ser dóciles al Espíritu del Señor en los grandes desafíos del mundo y de la misión de la Iglesia. Sin el discernimiento espiritual y pastoral estamos ciegos”.25
  8. El joven rey Salomón, en el momento en que lo invitan a pedirle a Dios lo que él quiere en vista de su rol decisivo, pide “un corazón comprensivo” (1Re 3,9). Y la precisión de Dios fue inmediata: “Porque tú has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices” (1Re 3,11-12). “En efecto, cada joven es de alguna manera ‘rey’ de su propia existencia, pero necesita ayuda para que pueda pedir discernimiento y necesita ser acompañado para que pueda al­canzar la plenitud en el don de sí mismo”.26
  9. Tomar decisiones y orientar las propias acciones en situaciones de in­certidumbre y frente a impulsos internos contradictorios, es el ámbito del ejercicio del discernimiento. Tenien­do presente esto, nos centramos aquí en el discernimiento vocacional, es decir, en “el proceso por el cual los jóvenes llegan a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por un estado de vida. El discernimiento vocacional también puede referirse a la elección de una profesión, al compromiso social o al político”.27
  10. El discernimiento se hace a tra­vés de un itinerario en que se dan tres momentos en la reflexión perso­nal: el primer momento es reconocer los efectos que los acontecimientos, las personas y las palabras producen en el interior del joven. En el segundo mo­mento no basta con ‘reconocer’ lo que se ha experimentado, hay que ‘interpretar’, es decir, comprender a qué está llamado a través de lo que se suscita en su interior; y en el tercer mo­mento, después de haber reconocido e interpretado lo sucedido en el interior, continúa el momento de ‘elegir’, que se convierte en un ejercicio de la ­libertad humana.28
  11. Los padres juegan un rol muy importante en el discernimiento vocacional, constituyendo un factor primordial y decisivo en la vida de sus hijos. La familia es fundamental, pues los padres acompañan, orientan, guían, transmiten valores y creencias, y los educan a sus hijos en la fe. Las experiencias de vida de los padres iluminan a los jóvenes para tomar las mejores decisiones, ya que confían en ellos y reconocen que buscan su bien. En este proceso es importante la cola­boración de los sacerdotes, religiosos y religiosas, educadores, catequistas, líderes y coordinadores de grupos y movimientos apostólicos.
  12. c) Acompañemos a nuestros jóve­nes en el camino vocacional
  13. Un modelo bíblico a partir del cual podemos comprender y fundamentar el acompañamiento de la fe y la vocación, lo encontramos en el re­la­to de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35). De este pasaje podemos deducir un planteamiento muy claro sobre en qué consiste el acompaña­miento. Los discípulos de Emaús van decepcionados. Jesús se pone a su lado, escucha, dialoga, ilumina, pregunta, critica y comparte. Los evangelistas nos relatan gestos y acciones de Jesús que nos permiten comprender las actitudes y acciones que debe realizar el acompañante vocacional en el ejercicio de su servicio a los otros.
  14. La dimensión del acompaña­miento no es algo, cuya necesidad surge en una etapa reciente de la historia, sino que desde el comienzo de la Historia de la Salvación vemos cómo Dios siempre se preocupa de su pueblo, manifestando su cercanía y el deseo del encuentro. En muchos pa­sajes de la Biblia podemos descubrir cómo este camino hacia Dios se hace desde su cercanía. Dios no ha dejado de suscitar hombres y mujeres que, desde una proximidad, han sido en­viados para acompañar a sus herma­nos en el camino hacia Él.
  15. “Todos los jóvenes, sin excepción, tienen el derecho a ser acompa­ñados en su camino”.29 “El acompaña­miento de las jóvenes generaciones no es un extra con respecto a la tarea de educar y evangelizar a los jó­venes, sino un deber eclesial y un derecho de cada joven”.30
  16. El acompañamiento no se re­duce a una terapia, no es solo un aná­lisis de la realidad, ni una ayuda para el autoconocimiento, no es una co­rrección fraterna. Es un camino que lleva más y más a Dios y al discerni­miento de la vocación. Para los jóve­nes, los adultos podemos ser la oportunidad que tienen de crecimiento, pero no tenemos derecho de manipular su conciencia, coartar su libertad, ni forzar su voluntad. Podemos y de­bemos: proponer, corregir y ayudar, pero sin emitir juicios, sin ceder a fa­talismos o pusilanimidad. “Estamos llamados a formar conciencias, no debemos pretender sustituirlas”.31
  17. Los jóvenes buscan hombres y mujeres fieles que les puedan acompañar en su caminar y que expresen la verdad, permitiéndoles la capacidad de articular la comprensión de su fe y vocación. Dichas personas deben ser ejemplo a imitar, pero también testimonios vivos, que evangelicen con su propia vida.

CUARTA PARTE

PROPUESTAS PASTORALES

PARA NUESTROS JÓVENES

 

  1. Ofrecemos algunas opciones pastorales concretas que nos comprometan a todos como Pueblo de Dios a escuchar a los jóvenes, a discernir con ellos su opción por Jesucristo, su res­puesta vocacional y acompañarlos en su itinerario, en consonancia con el documento Final del Sínodo de los Obispos, sobre el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, así como con nuestro Tercer Plan de Pastoral en su segunda etapa, que nos invita a todos a lograr el encuentro personal con Jesucristo y su Evan­ge­lio, cultivando nuestra vida interior y la vivencia comunitaria, que harán visible el Reino de Dios.
  2. La pastoral con los jóvenes es una prioridad de todo bautizado, en la que debemos invertir tiempo, energía y recursos.32 Nos comprometemos a realizar en cada Diócesis un estudio profundo del documento Final del Sí­nodo de los Obispos dedicado a la ju­ventud, que lleve a procesos de discernimiento comunitario con la parti­cipación: del obispo, los propios jó­ve­nes, los presbíteros, diáconos, agen­tes de pastoral laicos, las fami­lias, los institutos religiosos, las asociaciones, los movimientos y todos los implicados en la Pastoral Juve­nil.33 Instrui­mos a las comisiones na­cionales de Pastoral Juvenil, Adoles­centes, Cate­quesis, Liturgia y a la Pastoral Social, para que elaboren una guía y unos re­cursos con renovada metodología y lenguaje,34 y en concreto, a la Comi­sión Nacional de la Pastoral Juvenil que elabore un directorio de pastoral juvenil en clave vocacional, que ayu­de a los respon­sables diocesanos y a los agentes locales a especializar su formación y acción con y para los jó­venes.35
  3. Nos proponemos propiciar y fortalecer los espacios diocesanos, parroquiales y de instituciones eclesiales, que nos permitan servir a los jóvenes en la escucha, el discerni­miento y el acompañamiento en los distintos ambientes donde los jóvenes se desempeñan.36
  4. Sugerimos que nuestros centros educativos católicos, escuelas, ins­titutos técnicos y universidades ofrezcan una formación que lleve al joven al diálogo con la fe y las preguntas fundamentales del mundo contemporáneo. Para esto promoveremos la creatividad juvenil en campos co­mo la ciencia y el arte, la poesía y la literatura, la música y el deporte, el mundo digital y el de los medios de comunicación, para que puedan descubrir sus talentos y ponerlos al servicio del bien común.37 Al mismo tiempo, los acompañaremos en el discer­nimiento sobre un estilo de vida ma­duro, en un ambiente que les permita aprovechar las oportunidades.38 Les ofreceremos una formación con vistas a un compromiso sociopolítico a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia que les lleven a luchar por un cambio real de las estructuras sociales injustas.
  5. Pedimos a la comisión nacional de la Pastoral de Comunicación que apoye y acompañe a la Comisión Na­cional de Pastoral Juvenil en el forta­lecimiento de la cultura y evangeli­za­ción digital.39
  6. Como pastores nos comprometemos a promover la vida social, eco­nómica y política orientada a la justicia, la so­lidaridad y la paz, siendo la voz de quie­nes no la tienen ante los líderes nacio­nales, denunciando la corrupción, el tráfico de armas, el narcotráfico y la explo­tación de los re­cursos naturales, e invitando a la conversión a quienes son respon­sables. Propiciaremos la inserción de los jó­venes en el mundo laboral, promo­viendo iniciativas para jóvenes em­prendedores.40
  7. Nos comprometemos a desa­rrollar un amplio, serio y adecuado camino formativo de asesores y líde­res juveniles que acompañen a otros jóvenes en el proceso de crecimiento de su fe.
  8. Así mismo, nos comprometemos a continuar apoyando las instancias que trabajan en la preparación al matrimonio, de forma que aporten a los jóvenes los elementos necesarios para recibirlo en buena disposición y logren formar familias cristianas.

CONCLUSIÓN

  1. “Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su gozo sea perfecto” (Jn 15,11). “Les he escrito a ustedes, jóvenes, porque son fuertes y la Palabra de Dios permanece en us­tedes y han vencido al Maligno” (1 Jn 2,14). Queridos jóvenes con el apóstol Juan queremos expresarles nuestra predilección por ustedes y nuestro propósito firme de escucharles, de discernir con ustedes, de acompañarles en su camino personal y comunitario, así como en su fe en Jesucristo y la vocación a la que han sido llamados por el Señor.

Que la Virgen María, joven como ustedes, bajo la advocación de nuestra Señora de La Altagracia, les proteja y haga asumir los proyectos de Dios como propios.

Les bendicen,

† Nicolás de Jesús

Cardenal López Rodríguez,

Arzobispo emérito de Santo domingo

† Diómedes Espinal De León,

Obispo de Mao-Montecristi

Presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano

† Héctor Rafael Rodríguez Rodríguez, M. S. C., Obispo de La Vega

Vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano

† Francisco Ozoria Acosta,

Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América

† Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez, Arzobispo Metropolitano

de Santiago de los Caballeros

† José Dolores Grullón Estrella,

Obispo de San Juan de la Maguana

† Gregorio Nicanor Peña Rodríguez,

Obispo de nuestra Señora de

La Altagracia, Higüey

† Julio César Corniel Amaro,

Obispo de Puerto Plata

† Víctor Emilio Masalles Pere,

Obispo de Baní

† Fausto Ramón Mejía Vallejo,

Obispo de San Francisco de Macorís

† Andrés Napoleón Romero Cárdenas,

Obispo de Barahona

† Santiago Rodríguez Rodríguez,

Obispo de San Pedro de Macorís

† Carlos Tomás Morel Diplán,

Obispo Auxiliar

de Santiago de los Caballeros

† Ramón Benito Ángeles Fernández,

Obispo Auxiliar de Santo Domingo

Secretario General de la Conferencia del Episcopado Dominicano

† Jesús Castro Marte,

Obispo Auxiliar de Santo Domingo

† Faustino Burgos Brisman, C. M.,

Obispo Auxiliar de Santo Domingo

† Ramón Benito De La Rosa y Carpio,

Arzobispo Emérito

de Santiago de los Caballeros

† Jesús María De Jesús Moya,

Obispo Emérito

de San Francisco de Macorís

† Antonio Camilo González,

Obispo Emérito de La Vega

† Rafael L. Felipe Núñez,

Obispo Emérito de Barahona

† Valentín Reynoso Hidalgo, M. S. C.,

Obispo Auxiliar Emérito

de Santiago de los Caballeros

notas al pie

1.- cf. Ministerio de Economía, Pla­nificación y desarrollo. Sistema de Indicadores Sociales de la República Dominicana (SISdoM) 2016.

2.- cf. cELAM, III Conferencia Ge­neral del Episcopado Latinoamericano, documento conclusivo. Puebla, 1979, n. 1167.

3.- Documento Preparatorio (dP) de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento. Vocacional. cap. I. 2017.

4.- cf. Beck, u. La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Paidós. Barcelona. 1998.

5.- cf. Bauman, Z., Modernidad Líquida, Fondo de cultura Económica, Buenos Aires, 2002.

6.- cf. Francisco, Carta Encíclica Laudato Si´, sobre el cuidado de la casa común, 2016. n. 13.

7.- cf. Puebla (ob. cit.) n. 1168.

8.- cf. L. Baldisseri, La condición del joven hoy, Librería Editrice, roma, 2018, p.175.

9.- cf. Conferencia del Episcopado Dominicano, Mensaje 27 de febrero 2017: “Adolescentes y jóvenes en la rea­lidad dominicana”. Santo Domingo, n. 2 d.

10.- cf. cEPAL. Hacia la inclusión social juvenil. Herramientas para el análisis y el diseño de políticas. Santiago. 2015.

11.- Ver: SISdoM, ob.cit., (2016).

12.- Este indicador mide la cantidad de jóvenes que, teniendo la edad teórica para asistir al nivel secunda­rio, está ma­triculado en un liceo, colegio o programa de este nivel educativo.

13 Ver: Ministerio Nacional de Edu­cación de la república dominicana (MI­nErd): Avances Indicadores de Educa­ción Secundaria. 2018.

14.-Ver: Oficina Nacional de Esta­dísticas (ONE), en su página oficial: https:// www.one.gob.do/noticias/2017/ 10/30/3381/en-los-ultimos-diez-anos,-los-accidentes-de-transito-cobraron-la-vida-de-mas-de-18,000-dominicanos

15.-Ver: https://www.one.gob.do/ culturales-y-convivencia-social/muertes acci-dentales-violentas-y-suicidios/ homicidios.

16.- cf. Francisco, discurso a los Jó­venes en la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud, Polonia. 2016.

17.- cf. Puebla (ob. cit.), n. 1178.

18.- cf. Juan Pablo II, Alocución juventud, 2, AAS, LXXI, p. 218.

19.- cf. Pablo VI, Exhortación Apos­tólica Evangelii nuntiandi, acerca de la evangelización en el mundo contempo­ráneo, (08-12-1975), n.72.

  1. cf. Puebla (ob. cit.), n. 1186.
  2. cf. Evangelii nuntiandi (ob. cit.), n. 72.
  3. cfr. carta de los padres sinodales, del Sínodo de los jóvenes, a los jóvenes del mundo (28-10-2018).
  4. cf. Francisco. Exhortación Apos­tólica Evangelii Gaudium (EG), (24-11-213), n. 171.
  5. Cf. Documento Preparatorio, (ob. Cit.), Cap. 2, n. 2.
  6. cf. Francisco. “Vivir, escuchar y discernir la llamada de Dios”, Mensaje para la LV jornada mundial de oración por las vocaciones (3-12-2017).
  7. cf. Instrumentum Laboris, de la XV Asamblea General ordinaria del Sí­nodo de los obispos sobre el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, ciudad del Vaticano, 2018, n. 83.
  8. Ibídem, n. 110.
  9. cf. Evangelii Gaudium, n. 51

29 cf. Instrumentum Laboris (ob. cit.), n. 121.

30.- cf. ibídem, n. 81.

31.- cf. Francisco, Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia, sobre el amor en la familia, 2016, n. 37.

32 cf. Documento Final de la XV Asamblea General ordinaria (del 3 al 28 de octubre 2018) con el tema: “Los jó­venes, la fe y el discernimiento vocacional”, ciudad de Vaticano, n. 119.

33 cf. Ibíd., n.120.

34 cf. Ibíd., n. 133.

35 cf. Ibíd., n.140.

36 cf. Ibíd., n. 143.

37 cf. Ibíd., n.158.

38 cf. Ibíd., n.145.

39 cf. Ibíd., n.146.

40 cf. Ibíd., nn.151-152.

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