La familia es el taller donde el Espíritu Santo moldea los corazones
-Colaboración: Richard Checo
Vivimos en tiempos donde la familia enfrenta grandes desafíos: el individualismo, la prisa diaria, la falta de comunicación y, a veces, la pérdida de los valores que Dios sembró en nosotros desde la creación. Pero la familia sigue siendo la obra maestra del amor de Dios. El primer espacio donde aprendemos a amar, a perdonar, a escuchar y a servir.
Como dice el Papa Francisco en su exhortación Amoris Laetitia, ‘la alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia’. Por eso, hablar de familias unidas es hablar de esperanza, de fe y del amor que transforma la vida.
La familia es la primera escuela del amor, donde se aprende la paciencia, el respeto, la obediencia y la solidaridad. Es el taller donde el Espíritu Santo moldea los corazones. Y cuando esta invita a Jesús a su hogar, como lo hicieron los discípulos en Emaús, Él entra, se sienta a la mesa y parte el pan con nosotros. Y en ese gesto sencillo, el corazón vuelve a arder (Lucas 24:30-32). Así también, cuando una familia reza, se perdona y se ama, Cristo resucitado vive en medio de ella.
Señor Jesús, Tú que naciste en una familia humilde y santa, bendice a todas las familias del mundo. Enciende en nosotros el amor, la paciencia y la fe. Danos la gracia de perdonarnos, de escucharnos y de servirnos unos a otros. Haz de nuestros hogares un reflejo de tu presencia y de tu paz. María, Madre de la Sagrada Familia, intercede por nosotros para que sepamos mantenernos unidos en el amor de tu Hijo. Amén.




