“Te alabo porque soy una creación admirable; ¡tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!” – Salmo 139:14
A lo largo de la enfermedad, cuando el cuerpo se debilita y la rutina se llena de exámenes y silencios, puede parecer que el valor personal se desvanece. Sin embargo, este Salmo nos recuerda que fuimos creados con propósito y belleza, incluso en medio del sufrimiento.
La enfermedad no reduce nuestra dignidad; al contrario, la puede revelar más profundamente.
En un día difícil, tomé la mano de un paciente. Era frágil, pero había una fuerza serena en su mirada. No hablamos mucho, pero ese gesto lo dijo todo: “Todavía estoy aquí. Sigo siendo yo.” Sentí que en ese instante, más allá del cansancio y el dolor, se manifestaba la verdad del Salmo: seguimos siendo obras maravillosas, aún en la vulnerabilidad.
Reflexión personal:
Acompañar el dolor humano me ha enseñado que la dignidad no se pierde, se afirma en la entrega, en la escucha, en el respeto profundo por quien sufre. Es ahí donde Dios se hace presente, silencioso y cercano.
“Tu valor no depende de tu estado de salud. Eres valioso siempre.”
“Cuidar con respeto es honrar la dignidad de cada vida.”
Oración final:
Señor, en medio de la fragilidad, recuérdanos que somos tu creación admirable. Ayúdanos a cuidar con amor, a respetar la vida en cada etapa, y a ver en cada rostro tu imagen eterna. Amén.



